Más que bailar...
DANZAR HACE FELIZ AL SER HUMANO, PUES LE AYUDA A LIBERAR TENSIONES, PERO HAY SERIAS CONSECUENCIAS CUANDO DE LA FELICIDAD SE PASA AL PLACER SEXUAL Y AL EROTISMO.
JOSUÉ ARANGO tiene 21 años y dice que cada semana va a las discotecas. Le encanta bailar y reconoce que si alguien le atrae, la invita a la pista. Le gusta el reguetón y el perreo. Su canción favorita es ‘Me pones en tensión’ de Zion y Lennox, en cuya letra el hombre le dice a la mujer que quiere perrearla, azotarla, conectarla. Él confiesa que a veces se ha excitado y que las chicas sí lo notan. “A la que le gusta, sigue. A la que no, para”. Y cuando esto ocurre trata de relajarse. Indica que todo suma: cómo se ve y baila ella y el contacto. Mishel Quiroz, de 22 años, admite que baila perreo, con amigos y no en discotecas, que disfruta del ritmo y que corporalmente no le produce sensación alguna porque su intención es solo bailar, pero que cuando se topa con un ‘desubicado’ toma distancia. Comenta que hay chicas sin pudor que bailan exageradamente y se creen ‘las reinas de los bailes’.
Este tipo de letras y ritmos ha traspasado fronteras debido a las multiculturas que habitan en Ecuador y a Internet, opina el sociólogo Manuel Murillo, quien afirma que todos los estratos sociales lo consumen, pero no todos lo bailan igual. Cada generación ha tenido su baile prohibido y sus protagonistas son los jóvenes, quienes han derribado normas conservadoras a punta de caderazos, piernas entrelazadas y roces que más que despertar al cuerpo deben despertar a la sociedad.
El análisis de los expertos consultados, e incluso de los practicantes de estos movimientos, recae en la falta de valores, los cuales deben generarse en casa, contando con el apoyo del gobierno, los medios de comunicación, planteles y todo actor social. Por su parte, la Supercom mediante un comunicado ha solicitado que las radios dejen de difundir canciones de reguetón y género urbano (y que respeten las franjas horarias), aduciendo que dichas letras no son positivas para el desarrollo de los niños y jóvenes ecuatorianos.