Todos tuvieron su época
En su tiempo, cada sociedad tuvo a sus jóvenes interesados en lo prohibido, “sobre todo en el 70 con el reguetón, que surgió en Jamaica y explosionó el movimiento corporal de la juventud; primero en Centroamérica, el Caribe, luego se expandió, poniéndole de lo suyo a esta ‘nueva cultura’”, apunta Murillo. Mendoza recuerda que cada sociedad tuvo su baile prohibido. Por ejemplo el volta, baile del cojín o famoso vals (1816) fue el primero en el que se abrazaba a la pareja, siendo repudiado por la clase alta del siglo XIX, por lo que se bailaba en la clandestinidad. En 1868 aparece el can can, también catalogado de prohibido por mostrar las piernas de las mujeres. Posteriormente surge el tango, y la policía seguía a los bailarines porque decían que incitaban a la lujuria. Así aparece el charleston, donde la mujer podía bailar sin su pareja. En los 50 se populariza el rock and roll, con sus movimientos de cadera y su incitación a la rebeldía juvenil. Una década después se bailó el twist, que fue criticado por provocador.
En los 70 nace la lambada, pero en los 80 vino al Ecuador. Son movimientos con los que se frotan los cuerpos de ambos danzantes. Años más tarde aparece la bachata, uno de los bailes más sensuales, donde se contorsionan las caderas.
Durante los 90 apareció el controversial reguetón, que escandalizó al mundo por sus letras y movimientos que simulan el acto sexual. Este se popularizó en el 2000. Dentro de él se baila el perreo, que evoca el acto sexual del can. Ahora la kizomba está sonando. Vino a reemplazar a la lambada. “Es como un coqueteo entre la pareja. El cuerpo entero termina siendo una herramienta erótica, los torsos de la pareja están en contacto mucho tiempo, las caderas rozan, se entrelazan las piernas”, resume la bailarina Yesenea Mendoza.