El fin, la cooperación
Después de dos años de recorrer el océano, sin olvidarse de visitar las islas Galápagos, la pareja regresó a Australia en noviembre de 2016. Sin embargo, Isabel sabía que faltaba mucho por hacer. No era algo sencillo lograr que el ser humano se convierta en responsable de lo que consume.
Así, mientras sus amigos de Mingas por el Mar continuaban con su tarea, ella elaboraba un proyecto ambiental al que llamó ‘AYNI 11x11 tapitas’. Isabel quería resaltar con este nombre quechua que nuestros pueblos indígenas entendían mejor este círculo sagrado de si recibes, das. “Pero el ser humano recibe, pero no da nada”, se lamenta.
Incentivada por dos amigas, Claudia Salem y Verónica Salomón, Isabel buscó que el proyecto genere grupos de trabajo, para que a través de talleres conozcan la problemática del plástico. Charlas que desde Ecuador empezó a organizar su grupo Mingas por el Mar, para que así las personas conozcan del proyecto, hagan labor comunitaria y le devuelvan a la Tierra todo lo que ella les ha dado; mientras desde Australia Isabel enseñaba a elaborar alfombras a través de un vídeo, para luego volver a Ecuador en junio de este año a continuar trabajando.
La idea apuntó a que estudiantes de colegios y comunidades en general reciclen las tapas plásticas, reúnan 121 y elaboren sus propias alfombras, para unirlas todas y armar una gigante en la Feria ‘AYNI 11x11 tapitas’, que se realizó en el malecón del Salado en Guayaquil.
Tener un mar libre de plástico es el ideal. Isabel, Mick, Cecilia y todo su grupo no pierden la esperanza de lograrlo y crear cambios. Pero estos cambios radican en compartir esta historia con otros y hacerla cada vez más grande, para que la gente se motive a tomar acción, y que las estadísticas del Pnuma, que calcula que ocho millones de toneladas de plástico llegan al mar cada año y convierten a las playas en un vertedero, dejen de ser una realidad. Es difícil, lo saben. Pero no imposible.