SON LAS 09:00.
Joselyn Albán, de 18 años, va a su entrenamiento diario en la Escuela de Escalada Deportiva del Guayas, actividad que realiza desde hace seis años, pues es parte de la selección. Confiesa que la primera vez que escaló tuvo miedo a la altura, pero entrenó su mente para que la parte física entre en acción, beneficio aplicable a la vida. Si se le pregunta qué es escalar dice que es trepar paredes (inclinadas o rectas), las cuales tienen varias presas (piezas), que hacen más difícil el recorrido, pero las cintas exprés (ganchos) ayudan a la ascensión. Una cosa es oír el concepto; otra, verla en movimiento.
Antes de escalar, ella y sus compañeros calientan 15 minutos. En un mismo sitio realizan movilidad articular, luego trotan, saltan la cuerda u otro juego aeróbico, indica Wilfred Pozzo, director y entrenador de la escuela, quien añade que al final se hacen ejercicios de estiramiento y un trote de recuperación, suave, para relajar los músculos y mejorar la presión sanguínea. “Este deporte, derivado del montañismo, puede practicarse desde temprana edad, hasta que el cuerpo aguante. Por ejemplo, mi hijo escala conmigo desde sus dos años de edad y hoy tiene ocho”, anota Pozzo; pero el doctor José Arce, deportólogo, aconseja que no lo practiquen personas con problemas cardiovasculares o de tipo osteomuscular como las atrofias e hipertrofias.
Conozca qué necesita para poder ejecutarlo, sus beneficios, qué movimientos se hacen y dónde practicarlo.