LA INCOMPRENDIDA cultura del rock en Ecuador
LA FALTA DE DIFUSIÓN Y DE ESPACIOS, Y EL ESTIGMA QUE AÚN SUFRE ESTA CULTURA MUSICAL HAN FRENADO EL POSICIONAMIENTO DE ESTE GÉNERO QUE EN EL PAÍS TIENE MILES DE ADEPTOS.
CON 7 MESES de embarazo, vestida completamente de negro, Priscilla llevaba esperando cerca de dos horas en las escalinatas del cerro Santa Ana por una entrada para el tributo musical a su banda favorita, Linkin Park, que se estaba llevando a cabo en un bar de este lugar. Junto a ella aguardaba también Carlos, su esposo, un rockero por convicción como se definió: “Es mi cultura, la nuestra de hecho, el rock nos unió, nos enamoró. Después de cinco años de matrimonio esperamos nuestro primer hijo, a
“No saben que atrás de un rockero, de un músico, hay una historia de tenacidad y esfuerzo porque por ejemplo para comprarse un instrumento hay que trabajar”.
Henry del Valle || Rockero
quien íbamos a llamar Pablo en honor a mi abuelo, pero ahora le pondremos Chester (+), como el vocalista de Linkin Park. Una invaluable pérdida para la industria musical”. Lamentablemente Priscilla y Carlos no alcanzaron a entrar al tributo, pues el evento convocó a más de 600 personas, sin hacer promoción, cuatro veces más de la capacidad del bar, por lo que muchos debieron conformarse con escuchar desde escalones y veredas, un buen sitio para a todo pulmón cantar: “I tried so hard and got so far, but in the end it doesn’t even matter” (Lo intenté con fuerza y llegué tan lejos, pero al final ni siquiera importa). Incluso para abrazarse y saltar, “sintiendo el rock mi hermano”, como con emoción y hasta las lágrimas exclamaron. Y es que así son los rockeros ecuatorianos. Llevan camisetas negras de bandas emblemáticas, jeans rotos o pantalones de cuero, con cabellos largos y peculiares peinados, tienen tatuajes e incluyen cruces y calaveras en sus trajes, pero eso no significa que sean satánicos… “Ser rockero no significa ser malo”, enfatiza Marcos Castro, guitarrista de 21 años.