Semana (Ecuador)

“Hago cine para todo el planeta Tierra”

- Fabián Waintal Especial para SEMANA

Nadie sabía quién era Quentin Tarantino 25 años atrás. Nadie. El éxito cayó como un balde de agua fría, dos años antes de ‘Pulp Fiction’ cuando presentó en el Festival de Sundance y después en Cannes la película ‘Reservoir Dogs’ (tal como se estrenó en España, aunque México eligió el título ‘Perros de reserva’y en Latinoamér­ica se llamó ‘Perros de la calle’). No ganó ningún Óscar ni la Palma de Oro, pero fue suficiente para abrir las puertas de Hollywood e imponer el estilo que lleva la firma de Quentin Tarantino.

¿Quedan buenos recuerdos de aquella primera vez que vio con público el debut como director de ‘Reservoir Dogs’ 25 años atrás?

Aquello… fue un desastre. Había tanto que yo no sabía (con ‘Reservoir Dogs’), que si tuviera que hacerlo todo de nuevo, lo haría muy diferente. Pero la primera proyección había sido en el Festival de Sundance y aunque la película era en Cinemascop­e, en la sala no tenían los lentes correctos para el proyector. Pero dejé que la mostraran porque yo no sabía que no podían. Eso solo ya era suficiente­mente malo. Sobre el final, en la escena donde todos están gritando entre ellos, de repente alguien prendió las luces de la sala (risas). Cuando se dieron cuenta, alguien pidió que apagaran la luz. Y cuando en la pantalla estaban apuntándos­e entre todos, en el mejor momento de suspenso, se cortó la luz. Eso fue lo que viví con el público por primera vez. Fue un desastre total (riendo).

¿Y cómo fue que se volvió tan popular entonces?

En aquella época, en la segunda semana en Sundance volvían a pasar las películas para gente de la industria, aunque ahora es al revés. Era cuando los representa­ntes, los ejecutivos y los actores formaban parte del público. Estaba Sean Penn, por ejemplo. Y esa proyección estuvo fantástica. Ni siquiera me plantearon una sola pregunta, algo que a mí me pareció muy ‘cool’.

¿Los primeros comentario­s que escuchó después?

A los dos días todos empezaron a hablar de la escena de la tortura como si fuera algo muy grande. Alguien me comentó que la escena de la tortura arruinaba toda la película. Y yo no lo entendí, me parecía que era lo mejor, por la cantidad de gente que se iba de la sala (risas). Eran tantos que incluso empecé a contarlos. Llegué a contar 33 personas. Eso fue lo máximo (le cuesta parar de reír).

Y hoy... ¿se da cuenta del impacto que tiene en el mundo entero, más allá de Hollywood?

Sí. Es un orgullo poder decir que soy director de cine internacio­nal. Es la forma en que yo me veo. No soy un director de cine norteameri­cano. Soy norteameri­cano y director de cine, pero hago cine para todo el planeta Tierra.

¿Las películas suelen pasar por el Festival de Cannes antes de estrenar en una sala de cine normal?

Lo maravillos­o de Cannes es que les interesa el cine. Es im- portante, por algo van los periodista­s de todo el mundo. Y hasta cuando la gente abuchea, lo hace por pura pasión, porque les importa.

Para quienes no la vieron, ‘Reservoir Dogs’es la historia de seis elegantes ladrones de diamantes que después de escapar de la policía, entre disparos y heridas, se confrontan para descifrar quién de ellos es el traidor que los delató, sin nombres más allá de un color para cada uno, como Mr. White (Harvey Keitel), Mr. Oran-

ge (Tim Roth) o Mr. Blonde (Michael Madson). Y generando un gran espectácul­o detrás de la más extrema violencia, Tarantino impuso un estilo muy particular en Hollywood, que lo convirtió en uno de los directores más populares de su generación.

¿Cómo se le ocurrió la idea de ‘Reservoir Dogs’ realmente?

Francament­e no recuerdo cómo surgió, solo sé que trataba de hacer algo con gente difícil, con cierta comedia junto a una muerte existencia­l. Y la idea de Mr. White, Mr. Orange... me pareció muy interesant­e.

¿Y cómo fue que un desconocid­o, en ese entonces, logró convertirs­e en director de cine?

Fue gracias a Harvey Keitel, mi actor favorito. Veía sus trabajos dos o tres veces. Parecía un sueño conseguir que Harvey aceptara el rol de Mr. White. Y de repente él dejó un mensaje en el contestado­r diciendo: “Leí el guion. Me encantó. Quiero involucrar­me y ayudar en la producción para que llegue al cine”. Imagínate... aquel fue el principio del principio.

¿Tenían suficiente presupuest­o como para hacer pruebas de casting con los actores?

Harvey pagó los costos para que yo viajara a Nueva York y consiguió habitacion­es de hotel en el Mayflower. Eso sí: Harvey viajó en primera clase y yo en turista (risas). Ahí fue donde conseguimo­s a Steve Buscemi.

¿El mejor recuerdo de todos?

Con ‘Reservoir Dogs’ me acuerdo de todo, pero uno de los momentos favoritos no tuvo que ver con el rodaje. Cuando terminamos con los ensayos, Harvey organizó una cena en su casa de Malibú que él estaba alquilando. Yo estaba viviendo en Glendale con mi mamá en aquel entonces (riendo). Se puede ir hasta Malibú todo derecho por Sunset Boulevard, aunque el viaje es mucho más largo. Y después de haber visto lo bien que iba todo, en cierta forma dejé de sentir la presión que había estado sufriendo. Los actores estaban perfectos para cada rol, entendían el material y después de dos semanas de ensayo todo estaba listo para filmar. Ahí me di cuenta de que tenía la película entre mis manos, el resto era un postre, ya tenía la cena con ellos. Y así también logró hacer historia en el mundo del cine.

Me acuerdo perfectame­nte de aquella noche, en mi auto, volviendo de Malibú hasta Glendale por Sunset Boulevard, sin salirme de la misma avenida. Fue el momento más feliz de mi vida. Algo que había imaginado por tanto tiempo… hacer cine, en general, podía llegar a funcionar. Yo no quería que ‘Reservoir Dogs’ fuera la típica película que salía en vídeo, sin pasar por una sala de cine. Quería que la pasaran en las salas más artísticas, con una buena limonada. Quería que fuera un estilo de cine totalmente artístico, así de simple.

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