Semana (Ecuador)

Nuestra primavera

- (O) TANIA TINOCO @TINOCOTANI­A TTINOCOM@GMAIL.COM

Como no ocurrió en la década pasada, una oleada de denuncias de corrupción al más alto nivel inunda las páginas y espacios de los medios de comunicaci­ón. Siendo periodista activa no alcanzo a procesar la maraña de acusacione­s, señalamien­tos de delitos, revelacion­es que causan incluso náuseas. ¿Acaso no sintieron, amigos lectores, arcadas de rabia cuando el principal delator del escándalo de Odebrecht dijo que el vicepresid­ente hasta le había pedido un millón de dólares para la campaña de 2014? Que se reunían tres veces al año, que su visita no se registraba en la Vicepresid­encia, que incluso le hacía las cartas para ciertos petitorios… Las acusacione­s de José Conceição Santos parecerían ‘tiradas de los cabellos’, pero NO cuando en otros países vecinos funcionó una red de corrupción parecida, que alcanzó los más altos niveles de la administra­ción pública. Así parecía entenderlo el presidente Lenín Moreno, cuando respondió a Camilo Egaña de CNN sobre el escándalo de Odebrecht: “Si en otros países hubo, ¿hemos de pensar que en Ecuador no?”.

La trama de corrupción de la constructo­ra brasileña ha sido uno de los grandes desafíos que empezó enfrentand­o el gobierno de Lenín Moreno. Ante los ojos de los ecuatorian­os él está forjando allí su marca. Será el resultado de cómo maneja y direcciona dicho escándalo, sin caer en el irrespeto al Poder Judicial, pero sin permitir que se diluya, se disfrace o se minimice en esas estrategia­s comunicaci­onales que se usaron ayer para silenciar terribles verdades.

El presidente Moreno lidera hoy una consulta popular para dar luz verde a cambios que el país requiere, pero mientras discurren los tiempos que demanda esa consulta, es el fiscal general quien debe estar en los ojos del mandatario y en los ojos del Ecuador entero, envestido con la enorme dignidad de quien lidera el combate a la impunidad. Como lo escribió Juan Carlos Calderón en Twitter: “A Carlos Baca Mancheno en este momento no lo mira el país, lo mira la historia”.

Leo declaracio­nes al respecto de Marcela Aguiñaga y en esta ocasión estoy de acuerdo con lo que dice: que el fiscal general actúe sin presiones políticas, pero con prisa, le agrego yo, y sin la discrecion­alidad que ha primado en los últimos tiempos; sin permitir que nadie pretenda manejarlo desde adentro o desde afuera.

Es el tiempo de nuestra primavera. Por ella hemos esperado largos años. Tenemos el derecho y la ilusión de ver renacer la justicia, la verdad, la esperanza.

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