14 minutos
Ser reportera ha sido y es el trabajo más fascinante que he tenido en mi carrera de periodista, comprendiendo que al contar historias de la gente, se hacen visibles sus problemas, creando una suerte de empatía entre el público y los protagonistas. A veces no son historias sino sucesos, accidentes, choque de opiniones, denuncias, no importa el género; mi disputa perenne y el de todos los reporteros ha sido el tiempo que, en televisión, siempre falta. Por increíble que les parezca, el promedio de un reportaje en un noticiero de televisión es de 1 minuto y 30 segundos. Los casos especiales de noticias impactantes, pueden duplicar ese tiempo y nadie que no conozca un poco de televisión está en capacidad de sorprenderse. Por eso es inexplicable el ‘show’ de Rafael Correa al haberse levantado airoso del set de Oromar televisión, en Manabí, cuando le comunicaron que la entrevista con él tenía una pauta de 14 minutos. Catorce minutos en televisión es un montón. Casi medio noticiero, unos 10 reportajes, casi 28 comerciales (si tomamos en cuenta que cada propaganda dura más o menos 30 segundos). Y no solo en televisión, 14 minutos son más que suficientes para esclarecer una idea; explicar un mensaje, dar incluso un discurso que resume una vida plena. Catorce minutos usó Steve Jobs para resumir su vida y logros en la universidad de Stanford cuando le concedieron el doctorado honoris causa; 14 minutos, según expertos informáticos, son suficientes para hackear una cuenta común; y si nos ponemos siniestros, 14 minutos es lo que tomarían los misiles de Corea del Norte para llegar a la Isla de Guam. Al menos para mí, entonces queda claro, que no es el tiempo lo que exacerbó al expresidente, sino su dificultad de aceptar que Ecuador no es suyo y que el poder perdido tiene un sabor tan amargo que lo lleva a comportarse sin la serenidad y clase de un ex jefe de Estado. Desafortunadamente para Rafael Correa, su retorno ha tenido más de un trago de hiel; han sido muchos y quizá el último, el del pedido de consulta popular sin participación de la Corte Constitucional porque expiró su término para calificar las preguntas, sea el que tiene un bouquet de mortandad. Las cartas están echadas y la renuncia de Juan Pablo Pozo del CNE, tiene como un adendum invisible que parece rezar: no va más. Supongo que el expresidente aún tiene opciones de amplios espacios en televisión como Telesur por ejemplo. Así lo reconoció a Fernando Del Rincón de CNN; En Telesur están además algunos de sus viejos amigos y obviamente está el respaldo de su generosidad con esa cadena de televisión a la que su gobierno hizo enormes aportaciones económicas. Siendo uno de los financistas de Telesur, podría tener garantizados más de 14 minutos; si logra serenarse logrará usarlos bien. Él es un experto desenvolviéndose ante las cámaras, es muy pronto para olvidar cómo usó y abusó de los canales de televisión bajo su mando. Ya veremos cómo aprovecha la televisión en los pocos días que le restan en Ecuador.