Techo en la lucha contra la pobreza
Todo comenzó hace nueve años en Ecuador. Voluntarios de varias partes de América Latina llegaron para replicar un modelo de vinculación con la comunidad que estaba dando buenos resultados en Perú, Chile y El Salvador, donde, debido a los terremotos, la falta de vivienda era un problema. Siendo Ecuador un país cuyo déficit habitacional, según el Banco Interamericano de Desarrollo, alcanza ya a 2 de cada 3 hogares pobres, Techo decidió in- volucrarse. “Hemos construido 2.596 viviendas de emergencia en 146 comunidades de vulnerabilidad extrema”, detalla José Cornejo, el director social.
San Enrique de Daule es una de ellas. “En esta comuna había quienes tenían casas con pisos de tierra, paredes de plástico y sin cubierta; pero llegaron los voluntarios de Techo y nos donaron viviendas, que ellos mismos construyeron”, dice Julio Mora. “Los jóvenes venían sábados y domingos. No veían sol, calor ni cansancio, su compromiso era hacernos nuestras casas”, cuenta Sara Cedillo, quien al verlos los abraza.
Corina Rivers, 24 años, líder del voluntariado de Techo en San Enrique, ya ni recuerda el número de casas que junto a sus compañeros han construido. “Reconozco que esto es algo sacrificado, pero muy gratificante. Cuando la gente dice que los niños y jóvenes somos el futuro de la patria, creo que tiene mucho que ver con el voluntariado”. Ella y su grupo recientemente entregaron a las familias de San Enrique una casa comunal, un espacio adicional que ellos mismos gestionaron. José Alonso explica que además de dar techo a un hogar, la fundación busca ir más allá. “Las intervenciones en las zonas de vulnerabilidad extrema elegidas para trabajar pueden durar entre dos y cuatro años e incluir la construcción de plazas, parques, caminos, escalinatas, todo lo necesario para hacer de ese un espacio digno para vivir”.
Techo Ecuador tiene dos grandes fines: ayudar a superar la pobreza y formar jóvenes que sean referentes para la sociedad.