Aldeas infantiles SOS, por menos niños solos en Ecuador
En Ecuador, según el último censo realizado, hay unos 490 mil niños y niñas que viven sin sus padres y sin un acogimiento formal. Es decir, están dentro de familias extendidas: abuelos, tíos, sobrinos, que los han debido criar. Además, hay cerca de 3.000 infantes y adolescentes en sistemas de acogimiento formal, ya que están separados de sus padres por alguna medida judicial. Es justamente con este casi invisible grupo poblacional que Aldeas Infantiles SOS se dedica a trabajar. “Nuestra prioridad es prevenir la pérdida del cuidado parental y promover el derecho a vivir en familia en las comunidades, sobre todo para menores que ya han estado en una situación de vulneración de derechos. Para ellos hemos generado nuevas formas de acogimiento, que no sean como los tradicionales orfanatos, donde se mantenía a los niños a salvo, pero no hay vínculos afectivos que son tan necesarios”, explica José Luis Vera, director en Guayaquil de Aldeas.
La psicóloga Deborah Dunn hace hincapié en el sentido de pertenencia, la individualidad, el vínculo familiar, cosas que en un orfanato no se pueden lograr, sino solo en una vida en comunidad. “Por eso el modelo de acogida de Aldeas es en comunidad. Ellos viven en casas, con tutores capacitados, tienen vecinos, van al parque, a instituciones educativas públicas, se interrelacionan”. Es el caso de William, quien llegó al sistema de acogimiento con apenas dos meses de vida… “Él es un niño muy especial, cuyo único deseo era tener una mamá. Seis años después, cuando ya entraba a una edad en la que se hacía más difícil que quisieran adoptarlo, encontró una mamá soltera que le brindó un hogar”.
“Esto mueve mucho la fibra humana, y a veces es muy demandante. Genera mucha satisfacción y a veces frustración, pero cambia el destino de muchos chicos. Incluso quienes ingresan con más edad y no logran ser adoptados o reinsertados en un núcleo familiar cercano, crecen bajo el sistema de Aldeas y se convierten en jovencitos independientes y autosustentables, que al cumplir la mayoría de edad pueden salir del programa y emanciparse, convertirse en profesionales”, relata con satisfacción el director.
“Esta es una manera de generar un cambio que impacta incluso en el futuro de la sociedad”, recalca Deborah. “Es una labor que nos llena de felicidad y a la que todos se deberían sumar, para que no haya ni un niño solo en esta Navidad”.