”La ignorancia es el peor enemigo del mar”
PARA ACABAR CON LA CONTAMINACIÓN MARINA PROPONE UNA CULTURA DE EDUCACIÓN, RECICLAJE Y CONSUMO CONSCIENTE.
DESDE LA CASA DE SU abuela, Andrés Fernández Menéndez veía el mar como un lugar de diversión, no de peligro. Así nació una conexión tan permanente que en el año 2016, mediante Acuerdo Ministerial, lo nombraron embajador del océano ecuatoriano.
Cuando oigo surf, oigo peligro. ¿Me equivoco?
El surf es menos riesgoso que la bicicleta. Si te caes de una bicicleta, te golpeas con el suelo. En el mar caes en el agua. Creo que todo tiene sus riesgos y depende de qué tanto quieras exponerte a ellos. En mi caso, si veo alguna ola muy grande para mí o alguna situación en la que no me sienta cómodo, la evito. Con el tiempo conoces el mar y te permite detectar esas situaciones. Entenderlo te da confianza porque aprendes a ubicarte en el lugar correcto. Eso me hace sentir seguro en el mar y no siento ningún riesgo.
Siento un sincero deseo de tu parte de que la gente asuma un compromiso con la naturaleza, en especial con el mar. ¿Cuáles son las características del mar ahora? ¿En realidad está muy maltratado?
El 70 % del planeta es océano. Las tres cuartas partes del territorio ecuatoriano son marinas y sin embargo solo conocemos el 5 % de los mares. Esta realidad ha generado que creamos que el mar es un gran basurero al que echamos miles de toneladas de desechos plásticos. Tanto así que para el 2050 habrá más plástico que peces en el mar.
Plástico no me suena a vida...
La vida depende del océano. El mar es al planeta, lo que el corazón al cuerpo. Los océanos regulan la temperatura del planeta, son el hábitat de miles de especies de seres vivos, alimentan a millones de personas, producen el 60 % del oxígeno que respiramos, nos proporcionan medicinas, energía y diversión, aportan con setenta millones de millones de dólares a la economía mundial y son el principal destino de vacaciones de las familias en el planeta. Pero lo contaminamos a diario. Nuestras actividades humanas, como la pesca ilegal, la contaminación marina, la destrucción de hábitats y de especies, el cambio climático y la acidificación de los océanos, tienen un impacto negativo y esto nos va a pasar la factura pronto.
Los industriales del plástico afirman que este elemento ayuda a la productividad. Sin embargo, daña a la naturaleza. ¿Hay algún punto intermedio o salida de este conflicto?
Es difícil entender la vida moderna sin los plásticos. Pero el tema es que los plásticos han creado la cultura del descarte. Eso pone mucha presión en los hábitats y en el planeta. Cada año agotamos la biocapacidad planetaria por agosto, y vivimos el resto de los meses en déficit. Además, usamos tazas de café y platos de ‘styrofoam’ que si los ponemos en fila india podríamos llegar a la Luna de ida y de regreso, cada día.
Como dice el papa Francisco, nos toca salir de una economía del descarte a una economía de común-unión... Y con respecto a la vida, también se descarta con facilidad. Antes luchábamos por cuidar la amistad, la familia; ahora, si te peleas con alguien lo descartas. Eso no es bueno.