Poco invasivo y de menor riesgo
En comparación al by-pass o manga, se lo hace por sedación intravenosa, y vía oral se introduce la manguera del endoscopio y el balón desinflado (de silicón). Una vez dentro se lo llena con una solución salina (suero fisiológico) y listo. Se retira la cámara endoscópica con la manguera, explica María Luisa Jara, gastroenteróloga endoscopista que considera que a diferencia de otros tratamientos que son radicales porque no hay vuelta atrás, con el balón no se pierde la anatomía del órgano.
En la intervención debe estar un equipo multidisciplinario conformado por médico, cirujano, endoscopista y anestesiólogo. Antes y después participan el nutricionista y el psicólogo, dice el doctor Miguel Ángel Lamota, especialista en cirugías laparoscópicas, bariátricas y metabólicas, quien hace hincapié en que el paciente debe ingresar al quirófano con buena función cardíaca, pulmonar, renal y hepática. De allí la necesidad previa de exámenes de sangre, valoración cardiológica, endoscopía digestiva (para ver cómo está el estómago) y una valoración anestesiológica, para que el citado profesional determine si la intervención será en el consultorio o quirófano, “pues algunos pacientes pueden presentar apnea (cierre de tráquea) tras la intervención”.
Rosa Elena Cepeda, integrante del equipo de Psicotrauma de la Federación Ecuatoriana de Psicólogos Clínicos, sugiere preguntar al paciente para qué quiere colocárselo. Además recomienda oír solo a los especialistas, no a terceros (amigos, familia, que desconocen el tema), quienes podrían desanimarlo con expresiones como “estás demacrado”, “te vas a morir de hambre”, etc. Y no asociar la palabra dieta con ‘castigo’.
La colocación es sencilla. El éxito dependerá de la colaboración del paciente, que esté dispuesto a cambiar sus hábitos alimentarios, porque una vez extraído el balón, puede regresar a su peso inicial o subir más. El balón se introduce por vía endoscópica.
Antes del proceso, por 72 horas se debe mantener una dieta líquida para tener el estómago y los intestinos libres de residuos. Una vez colocado el balón, por tres días solo se ingieren bebidas rehidratantes, porque generalmente no se tolera nada; luego una dieta líquida (caldos sin grasa, colada de máchica, etc.); después de 7 días, una dieta semilíquida (puré, cremas, yogur); para pasar a una dieta pastosa (puré de verduras con proteínas trituradas, como pollo, pescado, etc.). Y dieta normal con proceso de masticación (puede comer de todo, cuidando la cantidad y frecuencia), señala el nutricionista Jairo San Andrés, quien sugiere que la dieta líquida sea de 6 a 8 tomas diarias, según su capacidad gástrica. En las dos primeras etapas el paciente debe apoyarse con suplementos nutricionales que le ayuden con el aporte adecuado de nutrientes.
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