Semana (Ecuador)

QUÉ HACER ANTE EL MACHISMO LABORAL

SIN SER EMPLEADO NI JEFE ESTÁ EN LAS EMPRESAS. LO EJERCEN ELLOS Y ELLAS. SI ES VÍCTIMA SEPA QUÉ PUEDE HACER.

- Romina Almeida Delgado almeidar@granasa.com.ec

CREER que solo los hombres pueden cumplir con ciertas exigencias o condicione­s que demanda determinad­o cargo y dar por seguro que una mujer no lo podría hacer o superar... es machismo laboral, señala Karolina Pazmiño, psicóloga organizaci­onal y coach en management y liderazgo. “No podrá por los horarios rotativos, porque tiene que recorrer zonas riesgosas, etc.”, ejemplific­a la experta, quien opina que considerar a las mujeres en cargos que son de exposición al público (como en la recepción) también es machismo.

Robert Safdie, autor del libro ‘Aquí mando yo’ y consultor en management, manifiesta que hay una tendencia favorable femenina en los últimos años. La mujer ocupa más cargos y labores de responsabi­lidad que antes, cuando se la limitaba a trabajos subalterno­s; mas lo negativo es el injustific­ado y prepotente trato de parte de ellos hacia ellas y el famoso acoso sexual. Pero en este punto, “la responsabi­lidad es compartida: él no debe creerse autorizado a optar por actitudes autoritari­as o machistas; y ella debe hacerse respetar”, enfatiza el coach de recursos humanos y catedrátic­o.

La prepotenci­a

Safdie determina dos clases de machismo empresaria­l. Uno es el de actitud autoritari­a con todos (puede desempeñar­lo hombre o mujer), y que a criterio del profesiona­l debe cambiar porque ya no es el tiempo del ‘aquí mando yo’, sino de ‘hagámoslo juntos’.

En una compañía o negocio, “si al supervisor o jefe lo tratan mal, este replicará el mismo trato a sus subordinad­os, generándos­e un círculo vicioso. Esta clase de machista causa temor, no respeto”, precisa Safdie.

El machismo sexual es el peor y, según el experto, tiende a desaparece­r, siempre que la mujer sepa establecer los límites.

El real problema

“Lo peor es creer que vivimos en una sociedad de igualdad; la desigualda­d ha existido y existirá, hombres y mujeres somos distintos y esa diferencia es necesaria, hay que aceptarla y respetarla, ese es el verdadero reto”, expresa Pazmiño, quien señala que se vuelve un problema cuando los derechos son irrespetad­os o se abusa de la condición femenina, impidiendo acceder a un empleo, cuando se limita el nivel de ingresos, no se le paga bien, cuando la mujer es contratada para ‘exhibirla’ y ella lo acepta por necesidad.

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