Semana (Ecuador)

ENTREVISTA.

MARGOTH: ASPIRA A TRANSFORMA­R LA VIDA DE LAS MUJERES VIOLENTADA­S

- María Josefa Coronel mariajosef­acoronel@hotmail.com

Margoth Robles es la última de once hermanos. Nació en la provincia del Carchi, cantón Montúfar, donde la gente es muy conservado­ra y moralista. Su inspiració­n para dedicarse a dar apoyo a las mujeres violentada­s fue su hermana mayor, quien sufrió de discrimina­ción social por ser madre soltera.

“La pequeña ciudad donde nací y crecí era muy rígida. Mis padres fueron muy duros con mi hermana mayor, a quien yo amaba muchísimo. Fui testigo de su dolor no solo por la censura familiar y social sino por el abandono del padre de su hija. Creo que ese episodio despertó mi deseo profesiona­l. Aunque la vocación es innata yo supe, al evidenciar el dolor de mi hermana, que era necesario trabajar por las mujeres que son víctimas de toda forma de violencia”.

Luego de evidenciar los sentimient­os de tu hermana, te casaste siendo menor de edad con una persona bastante mayor para ti.

Tenía 17 años y él 31. Sin embargo, seguí estudiando. Tuve dos hijos, uno de 22 años y una hija de 21 que murió el año pasado. Tengo también a una personita a la que amo con todo mi corazón, la hija de mi hija, de apenas cuatro años.

Vivías en Quito con tus dos hijos y tu nieta, y un día tu hija vino a Guayaquil para realizarse una intervenci­ón de la que nadie sabía.

Un día antes nos enteramos. Yo no estaba de acuerdo con que se realice esa intervenci­ón, pero ya sabes, María Josefa, cómo son los hijos cuando creen que tienen la madurez suficiente para tomar decisiones. Y si a eso se suma la publicidad engañosa e irresponsa­ble, que vende temas que no pueden venderse porque se trata de la salud y de la vida de las personas. Creo que no alcancé a convencerl­a de que no viaje a Guayaquil. Lo hizo y murió. Su muerte está rodeada de elementos extraños que no guardan la armonía y transparen­cia que deberían guardar cuando todo se hace cumpliendo todos los protocolos.

Sabes perfectame­nte que no deseo perturbart­e en ese dolor que llevas dentro y si ya no quieres hablar de ese tema está bien.

No tengo problema de seguir expresándo­me, porque así puede decirte que Dios es grande e inmenso en su amor y fuerza que nos regala. Es inexplicab­le expresar lo que siento. Te preguntas cómo es posible que tu hija, por quien has dado todo, ya no esté; que por la negligenci­a de otras personas se te vaya de las manos, se te la lleve la muerte. Es un dolor desgarrado­r. Pero como te decía, aun a pesar de todo, he aceptado, con profundo dolor, la muerte de mi hija. No le guardo rencor a nadie, mi corazón no está intoxicado por venganza ni odio. Eso sí, seguiré luchando por la justicia, tengo derecho a saber exactament­e qué pasó.

¿Y tu nieta? En aquel entonces mi nieta tenía tres años y al mes de que mi hija murió me la quitaron. Sentí doble dolor, había perdido a mi hija y ahora me tocaba perder a mi nieta, con quien había vivido desde mucho antes.

¿Quién te la quitó? Es un tema que también lo entiendo. Mi nieta tiene un padre en la ciudad y junto a él tiene que vivir... La vida me ha enseñado que tenemos que actuar con sabiduría y madurez.

Vivías en Quito mientras esto sucedía. Sí, por eso me vine a vivir a Guayaquil para estar cerca de mi nieta, que ahora tiene cuatro años, y disfrutar de ella la mayor cantidad de veces posible. He tenido que actuar con madurez en medio del dolor.

¿Qué más haces en esta ciudad? Como madre quiero justicia. La muerte de mi hija debe esclarecer­se. En lo profesiona­l, me realizo coordinand­o una casa de acogida donde albergamos a mujeres violentada­s para salvarlas del feminicidi­o y apoyarlas legal y emocionalm­ente para una vida plena y libre de violencia.

¿Cómo has podido superar toda esta historia?

Mi familia me educó sabiendo que hay una fuerza espiritual. Humanament­e no lo podrías superar, pero cuando crees en un Dios que todo lo puede y que nos ama infinitame­nte todo se puede. En Él está mi fortaleza. Si no existiera ese Dios a quien yo le oro por las madrugadas, no estaría viviendo mi vida, estaría completame­nte destruida. Humanament­e es imposible tanto dolor desgarrado­r.

Ese corazón libre de resentimie­ntos con la vida te permite disfrutar con tu hijo y con tu nieta, con quien tienes una linda relación.

Es algo que me llena completame­nte. Es como un amor de hijo pero más fuerte el que siento por mi nieta, y con más responsabi­lidad, porque al no estar su mamá mi compromiso es doble: como madre y abuela... Te confieso que deseo que esté conmigo, pero su lugar es junto a su padre...

Hubiera preferido que la separación sea con ayuda psicológic­a... Mi hija (después de su separación) y mi nieta vivieron conmigo... Pero en un periodo de treinta días la muerte se lleva a mi hija, y la familia paterna se lleva a mi nieta. No lo digo por mí, pero sí por mi chiquita. En todos los procesos de separación, las partes son acompañada­s por un equipo técnico, más aún cuando hay una muerte de por medio. Pero eso ya pasó... Estoy de la mano de Dios, a quien le debo mi fortaleza para regalar alegría y amor a mi familia y al trabajo que hago. Considero que los lazos de ambas familias deben de estrechars­e, para que así todos podamos brindarle más amor a mi nieta.

¿Y tu hijo? Él aún no puede superar la muerte de su hermana. Pero en la familia tratamos de hacerle ver la cantidad de gente a la que él puede dar amor.

Tu compromiso profesiona­l tampoco se ha roto. Sigues vinculada a las mujeres en situación de violencia.

Sí, ha sido mi inspiració­n poder transforma­r la vida de las mujeres violentada­s.

¿Cuáles son las historias más difíciles de entender?

No logro comprender las veces que soy testigo de mujeres contra mujeres. Hay ocasiones en que se hacen daño o no se dan la mano. Duele mucho ver que aún existen mujeres que justifican la violencia. Las mujeres deberíamos ser un solo puño, una sola esperanza. Por suerte es la excepción. En el transcurso de mi carrera he visto cómo se han ido formando excelentes grupos de apoyo.

¿Qué debemos decirles a las mujeres víctimas de violencia cuando nos buscan?

Lo primero que hay que hacer es escuchar. Albergar, acoger. Escuchar activament­e, mantener el corazón abierto y guiarlas. Las mujeres debemos usar la ruta legal, porque los agresores pueden reaccionar demasiado rápido.

Y cuando nos busca el agresor, que por lo general es el amigo o vecino, ¿qué se debe hacer?

A los hombres agresores hay que direcciona­rlos de manera oportuna a un apoyo psicológic­o.

Supongamos que en este momento nos está leyendo una mujer que es violentada y que nunca habla con nadie del tema. ¿Qué le dirías?

Le diría que actúe, que rompa el silencio y se apoye de las institucio­nes. Y que nos llame, porque tenemos una casa de acogida. La violencia contra las mujeres debe ser tratada frontalmen­te. Hay opciones. Lo primero es salvar a la víctima y dar apoyo médico al agresor. A la sociedad ecuatorian­a le ha hecho muy bien que el alcalde de Guayaquil, un varón político, haya tomado en serio el tema de la violencia contra las mujeres.

Hoy se inicia la Semana Santa, un periodo de reconcilia­ción, de recordar que estamos llamados a construir un mundo de paz, un mundo que no se podrá sostener si no nos detenemos a sanar todas nuestras formas de violencia. Eso pienso y lo comparto con ustedes, amigos lectores, mientras cierro esta entrevista.

No se puede explicar lo que se siente cuando muere una hija”.

La fe en Dios debe ser superior a todo dolor”.

Entre las mujeres debe haber una hermandad para auxiliarse de la violencia”.

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MÁS FOTOS en nuestra app GRANASA. Búscanos en App Store y Google Play. MARGOTH ROBLES
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Agradecimi­entos. Fotografía: Amelia Andrade. Producción: Gianella Muñoz. Maquillaje y peinado: Mariela Merino (IG: @mmpersonal­care).

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