Sabíamos
Pues bien, si ese ‘respeto’ existió, se acabó y los disidentes de las FARC, los que no se acogieron a los acuerdos de paz con el Gobierno de Juan Manuel Santos, unos 1.200 según el último reporte de Caracol Noticias, son ahora señalados como causantes de los ataques registrados en Esmeraldas. Por eso es difícil entender que nos sorprendamos de lo que está pasando. Estábamos advertidos. Ya lo sabíamos. El Gobierno de Correa no tomó la decisión de enfrentarlos. Un documento de Inteligencia de 2014, titulado ‘Informe sobre desmovilización FARC hacia Ecuador’, al que tuvo acceso Diario Expreso, deja en blanco y negro que los disidentes de las FARC buscarían seguir actuando en la frontera colomboecuatoriana, incapaces de salirse de un negocio que mueve entre 500 y 1.000 millones de dólares, generados por los ‘impuestos’ al gramaje de las drogas que pasan por las rutas bajo su control. En ese documento se hacían tres recomendaciones: incrementar la presencia policial y militar; concretar convenios de intercambio de información con la Fiscalía y Policía de Colombia; y llevar a cabo programas de desarrollo social y económico en la frontera norte. Nada se hizo entonces. Solo en febrero pasado, se firmaron los acuerdos con Colombia para intercambio de información. Así, es absurdo que nos digan a los ecuatorianos que la serie de ataques en Esmeraldas no significan terrorismo sino delincuencia. ¿Que son represalias por los decomisos de droga y la captura de 14 miembros de una banda? Puede ser una realidad, parcial. Al menos para mí no es suficiente y no me basta con echarle toda la culpa a alias Guacho, el afroecuatoriano señalado como disidente de las FARC y supuesto líder de los últimos ataques en Esmeraldas. Oigo decir que Ecuador debe actuar con mano dura, que a los guerrilleros hay que darles bala… Más que eso. Colombia se pasó 50 años dando bala y actuando con mano dura, y para tener resultados distintos tuvo que cambiar de estrategia. Es lo que necesitamos, una estrategia ecuatoriana, en la que deben participar nuestros mejores hombres, sin importar que lleven el membrete de ‘retirados’, pues ya sabemos que el Gobierno anterior los retiró a discreción, mientras manejaba una peculiar relación con las FARC y el ELN. En estos días se ha anunciado el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas, pero esto debe incluir la renovación de material bélico y que no sea de segunda, pues ya sabemos lo que puede pasar. Ojalá dejemos el cuento y la muletilla de la soberanía, aceptando ayuda internacional, más cuando hemos perdido tanto tiempo. Necesitamos humildad para reconocer que nos hemos equivocado y que nuestra política internacional requiere cambios urgentes. Es imposible mantenerse en dos aguas, no es dable estar ‘con Dios y con el diablo’. Duele lo que pasa en la frontera norte. Encaremos el dolor poniendo en acción una nueva estrategia nacional que enfrente aquello que ya sabíamos y a lo que le hicimos poco caso.