2020: ¡Estamos listos!
El par de monigotes que hemos comprado cerca del Albán Borja no tiene nada que ver con los ‘años viejos’ que mis hermanos y yo hacíamos en nuestra casa, de la vía a Puerto Bolívar, en Machala, a fines de los años 70. Entonces funcionaba el aserrío Román, y don Guiberto, su dueño, nos daba permiso para tomar toda la viruta necesaria para rellenar las ropas que habíamos cosido. Mi papá dirigía la elaboración del ‘año viejo’ al que finalmente poníamos una careta comprada en el centro de la ciudad. Ya en esos tiempos, nos encantaba pasear por la calle donde los exhibían, representando sátiras políticas y demás.
Ahora mi recorrido es por la calle 6 de Marzo y los ‘años viejos’ de hoy tienen formas firmes, colores brillantes, y hasta parecen muñecos de vitrina. Nunca olvidaré el ‘Teletubbie’ rojo que compramos para Tommy en 1999 y que no pudimos quemar por su llanto. Ahora mi hijo se ríe de la anécdota y su hermana también, conociendo historias similares. Ambos se sorprenden de las representaciones con monigotes, de sucesos que marcaron el país, y de la habilidad de los artesanos para expresar sátiras políticas. Por fortuna hay monigotes viejos para grandes y chicos, incluso gigantes que constituyen verdaderas obras de arte, apenando el fuego de su destino. Mis hijos preguntan si eran mejores los de antes y les respondo que no y me sirve de ejemplo para que reflexionemos juntos sobre los cambios que nos exigen los nuevos tiempos y que deben empezar por nosotros mismos.
El gran Víctor Hugo decía: “Cambia tus opiniones, mantén tus principios. Cambia tus hojas, mantén tus raíces”. En otras palabras su mensaje nos llama a acoplarnos a los nuevos tiempos, al porvenir, al día después del ayer, sin perder lo fundamental, la esencia, el espíritu. Aceptar los cambios sin oponer resistencia, es una invitación a deshacerse de posturas y posiciones rígidas, destinadas a quebrarse y con dolor. Todos tenemos cerca a personas dotadas de tanto talento, que no lograron desarrollarse a plenitud porque se quedaron enredadas en el pasado, sin aceptar que ese pasado solo sirve para recordarnos lecciones y vivir el presente, poniendo las bases del futuro.
En estos días de propósitos y buenas intenciones, ojalá enfocáramos toda nuestra energía no en luchar contra lo que pasó, sino en construir lo que queremos que pase, y eso empieza por forzarnos a pensamientos positivos, optimistas, de armonía…
Resulta necesario decidirlo, y repetirlo en la mente y marcarlo en el corazón. Ya sé que suena fácil y no le es. Pero vamos a intentarlo de nuevo, ahora con los propósitos del año que está por empezar. En esta tierra de tercera dimensión donde vivimos, fuimos los hombres quienes creamos los calendarios y nos los impusimos. Vamos a aprovecharlos para bien. En las vísperas de Nochevieja digamos entonces: gracias 2019 por tanto, 2020: ¡estamos listos!