SU OBRA ES FIEL COPIA DE SÍ MISMA,
de sus convicciones y sentimientos más profundos.
DESDE MUY PEQUEÑA, el dibujo fue su medio de expresión más preciso. El rastro de su huella artística siempre estuvo presente en su casa. Y mientras la vida transcurría, fue puliendo su destreza y habilidad con el pincel. Autodidacta, Joyce es una artista que ha dejado fluir con libertad su creatividad y talento, sin encasillarlo a estilos o formatos establecidos por terceros. Con trazos determinantes y vigorosos tintes de color, su obra revela su interior. Lo que ha creado es un compendio de su vida, sus afectos y desalientos también.
Guayaquileña de nacimiento y convicción, a sus 66 años su obra ha sido expuesta en diferentes escenarios, con variadas temáticas y recursos pictóricos. Del pastel seco pasó al óleo y de ahí descubrió las bondades del acrílico para trabajar en grandes formatos. Más tarde, recursiva, descubrió la belleza de la pintura sobre tela, plasmando diseños exclusivos en cada prenda.
Su casa es también su propio reflejo, con un estilo ecléctico con el que mezcla lo bohemio y lo chic con gusto refinado. No le gustan los elementos heredados y todo lo que tiene lo ha ido adquiriendo en diferentes etapas de vida. En cada rincón hay cuadros, objetos y esculturas creados por ella, y la suma es un recinto donde el arte comanda en todo nivel.
Cuestionadora y crítica por naturaleza, la artista ha definido su propio estándar de vida, siguiendo sus instintos y buscando siempre ser original, sin limitarse jamás a convencionalismos sociales de ningún tipo. “Me enervan las religiones porque te encasillan. Me gusta lo que hay dentro, y en eso creo. Quiero
Cuestionadora y crítica por naturaleza, Joyce ha definido su propio estándar de
vida, siguiendo sus instintos y buscando siempre ser original, sin limitarse jamás a convencionalismos sociales de ningún tipo.