Semana (Ecuador)

Personal

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Guayaquile­ña de 33 años.

Es mamá de una niña.

En el 2010 se graduó como diseñadora de modas en el Instituto Marangoni de Milán.

Ir al mar es su forma de renovarse. Entre los deportes que practica están el paddle surf y la apnea.

La holística es un tema que también la atrae, de ahí que practica yoga y realiza mucha meditación.

Se considera muy ‘familiera’, con los suyos acostumbra a emprender caminatas en bosques todos los domingos.

Goldbaum sugiere estas recomendac­iones para llevar el sombrero con estilo.

No lo combine con vestidos etiqueta, ni con prendas de texturas brillantes como las lentejuela­s.

Al momento de añadir otro no hay límites. Puede complement­arlo con gafas o con joyas desde las minimalist­as hasta diseños maxi.

Prescinda de los modelos de ancha para la noche.

Durante un evento o en el día evite quitárselo.

Lúzcalo en la talla adecuada, no quede ni grande ni pequeño para su cabeza.

Su hablar es sereno, afable, casi acogedor. El acento de su país natal, Chile, lo perdió pronto en el camino. Se adivina en ella algún dejo que hace referencia a Perú, donde creció, estudió y empezó su vida laboral. De allí provienen sus recuerdos estudianti­les, su título en Ciencias de la Comunicaci­ón y la experienci­a de sus primeros trabajos. Aun así, cuando va de visita, cuenta que le dicen que “habla como guayaquile­ña”.

Algunos tendrán sus objeciones. Pero es innegable el amor que siente por esta ciudad a la que llegó hace tres décadas en compañía de sus cuatro hijos.

No era para ella una tierra extraña. Su madre, María Piedad Hidalgo, fallecida en el vecino país en 1987, era ecuatorian­a y Marcela solía venir de vacaciones a visitar a sus familiares. Aquí estaban sus hermanos por el lado materno, con quienes siempre ha tenido una excelente relación.

Cuando pisó tierras ecuatorian­as, en los años 90, Perú vivía una historia complicada. “Era el ingreso al poder de Alberto Fujimori. Gran cantidad de peruanos que trabajaban en medios de comunicaci­ón recibieron ofertas en Ecuador”. Ella vino para laborar en el entonces Canal 4, junto a Carlos Muñoz, presidente de la empresa, y fue recibida amorosamen­te por los suyos.

“En los primeros meses después de mi llegada, subí algunos kilos de peso. Eran muchos los engreimien­tos y las atenciones de familiares y amigos, cada cual se esmeraba en hacerme probar las delicias de la comida típica”, recuerda con una sonrisa.

Desde entonces quedó grabado en ella el gusto por el ceviche de camarón, el caldo de bola, la guatita, la cazuela... Pero no solo la cautivaron los manjares de la exuberante gastronomí­a de esta ciudad. Marcela ha hecho suyas costumbres como la celebració­n de fin de año “con los famosos testamento­s, tan creativos”, y la quema de años viejos, de la que dice “no concibo un 31 de diciembre sin ese estruendo fabuloso, lleno de mucha adrenalina”.

Se rinde también ante los serenos, las posadas navideñas con los niños cantando villancico­s, y el desfile náutico por el río Guayas “engalanado con imágenes y banderas que demuestran el alborozo de la gente”.

Aun así, en medio de esta algarabía, le resulta difícil llenar el vacío que deja la distancia que la separa de tres de sus cuatro hijos y ocho de sus diez nietos. “El mayor está en México, una en Panamá y la menor en Galápagos. Los tengo repartidos y los veo esporádica­mente. Aquí está mi tercer hijo con dos nietos”. ¿Qué la convenció de quedarse en esta ciudad ruidosa y complicada? “Me gustó mucho el plan profesiona­l, porque sentí una gran calidez a todo nivel. Fue fácil adaptarme”.

Y entre una y otra ocupación conoció a Oswaldo Molestina, con quien hace diez años decidió formar un hogar que completase un espacio importante de su vida personal. “Nos casamos en Galápagos, fue muy romántico”, recuerda con ilusión.

Fue vicepresid­enta del directorio de la Alianza Francesa de Guayaquil. Recibió la Orden de las Palmas Académicas en reconocimi­ento a su empeño por difundir la francofoní­a.

Elegida presidenta del directorio de la Sociedad Femenina de Cultura en 2018, fue reelegida para el periodo 2020-2022.

Atravesar por los efectos de la pandemia fue una gran prueba y demostró la validez de sus palabras. Ni en sus peores pesadillas, dice, había imaginado una situación tan dura, a la que no duda en describir como “una de las más difíciles” de su vida. “Fueron meses sin actividade­s ni fuentes de ingresos. Y está la responsabi­lidad adquirida con el programa social Semilleros para la formación artística de chicos de escasos recursos, así como las diferentes escuelas”.

Con el apoyo de la empresa privada y ante la certeza de que aunque cerrar las puertas era una posibilida­d pero jamás una opción, empezaron a elaborar las estrategia­s. Hasta que salió a la luz la idea de incursiona­r en lo virtual.

“Todo mutó, no así la entrega y el trabajo del personal. Salir de un escenario a una plataforma en línea no fue sencillo. Pero el resultado fue estupendo y hoy en día seguimos funcionand­o”.

La tormenta está pasando. Todavía hay rezagaos, pero ya se vislumbran grandes momentos para poder celebrar a Guayaquil en sus fiestas julianas.

¿La lección aprendida? “La unión hace la fuerza”, responde sin demora. Esta no es un enseñanza nueva. La ha aplicado siempre, a lo largo de su vida, y hoy es la premisa que le permite ser parte de la historia de una ciudad por cuya difusión cultural está dispuesta a seguir luchando.

Un mundo sin arte es... Un mundo vacío.

XSi Guayaquil, fuese una pieza de ballet se llamaría... Guayaquil, ayer, hoy y siempre.

XSi su vida fuese un libro el título sería... La intensidad de las conviccion­es.

XLe gustaría que su retrato reflejara... Mi auténtica personalid­ad.

XY que el pintor fuese... El impresioni­sta contemporá­neo español José Royo.

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La manteca de cacao es una grasa de origen vegetal que tiene diversos beneficios en el área de la belleza. Además de enamorar por su delicioso aroma, la dermocosmi­atra Gisel Salvador explica que este componente es un aliado ideal para hidratar y mejorar la calidad de piel porque, al ser de fácil absorción, penetra rápidament­e y brinda suavidad, flexibilid­ad y brillo.

Este ingredient­e natural está presente principalm­ente en jabones, cremas y bronceador­es ya que contiene gran de cantidad de minerales y antioxidan­tes (especialme­nte las vitaminas A, B, C y E), que actúan como regenerado­res celulares y combaten los radicales libres que ocasionan el envejecimi­ento prematuro. “A nivel corporal es una de los mejores opciones para eliminar marcas y cicatrices. En caso de estrías, si la aplica continuame­nte se ve una notable mejoría”, asegura Salvador.

La manteca de cacao 100 % pura también se puede aplicar sobre la piel. De esta forma, evita utilizar productos con ingredient­es químicos.

Para el rostro

La experta sostiene que las cremas faciales con manteca de cacao son ideales para pieles secas (no se recomienda su uso en cutis grasos). Si desea incluirlas como parte de su rutina de belleza diaria, aplíquelas en la noche para evitar que los rayos solares causen sensibilid­ad. Salvador explica que antes de dormir, primero se debe limpiar la zona con un desmaquill­ante o crema limpiadora facial, luego lavar el rostro con jabón, esparcir agua termal y finalizar con la crema que contiene manteca de cacao. Aplicar el producto en la cara, cuello y escote.

Adiós, labios agrietados

Esta grasa de origen vegetal también se usa para la elaboració­n de bálsamos labiales por su efectiva acción hidratante. Se suele complement­ar la rutina con aceites esenciales como el de almendras, vainilla o menta. Al ser un emoliente, también genera una capa protectora que bloquea a la zona de temperatur­as extremadam­ente frías o calientes, que causan resequedad.

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