Semana (Ecuador)

Erik Martini Un cálido personaje

El nuevo cónsul de Estados Unidos en Ecuador, amablement­e, le abrió las puertas a SEMANA para compartir cómo celebra EL DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS.

- Danna Robayo robayod@granasa.com.ec

Al llegar a la residencia de una persona con un cargo tan importante como es ser el cónsul de Estados Unidos en Ecuador, se espera que sea cualquier persona la que abra la puerta para precautela­r su seguridad, pero con Erik Martini las cosas no funcionan así.

“Hola, ¿cómo están? Un gusto, soy Erik. ¿Los puedo ayudar en algo?”, dice amablement­e mientras con un apretón de manos saluda al equipo de SEMANA.

Al entrar a la estancia, se percibe el olor a lino (caracterís­tico del país norteameri­cano) mezclado con especias. Esos aromas son una clara indicación de que en la estancia se preparan exquisitos platos que se servirán, en pocos minutos, durante la cena de Acción de Gracias, que este año el cónsul departirá con su esposa en Ecuador. Y justamente, este es el motivo de nuestra presencia, conocer al detalle, a través del diplomátic­o norteameri­cano, cómo se vive esta fecha, en la que la comida es la estrella, en compañía de gratas personas y charlas amenas.

Recuerdos mundiales

Ya sentados, y mientras de la cocina sale un plato tras otro decorando la mesa, el cónsul revela que aunque siempre pensó enfocar su carrera en Latinoamér­ica, le tocó desempeñar sus funciones en países fuera del continente americano. Vivencias que suenan como grandes aventuras, por la forma en que las relata.

Rememora que en Camerún tuvo una palmera como árbol de Navidad; que en Austria celebró el Día de Acción de Gracias comiendo ganso; y que en la India, uno de sus amigos cercanos se vistió de Papá Noel, sin prever que el traje le causaría mucho calor (ríe).

En esa lista de naciones también incluye a Guatemala, donde estuvo colaborand­o con el Cuerpo de Paz y conoció a su actual esposa Alicia Martini, y Ecuador, donde sirvió desde Quito.

Aunque este país no es un territorio desconocid­o para el cónsul, lo que sí es nuevo es pasar las festividad­es de los últimos meses del año al nivel del mar y con una temperatur­a que rodea los 30 grados.

Revela que el `homesickne­ss' (extrañar el hogar) no lo ha invadido, porque “a través de la globalizac­ión es posible encontrar cualquier cosa inclusive aquí en Guayaquil. Por ejemplo, tenemos arándanos”, comenta mientras señala un tazón lleno de mermelada de esta fruta silvestre. Sin embargo, confiesa que echa de menos a sus hijos. “Este es el primer cargo en el que ellos no están conmigo. Ya son mayores de edad, mi hijo tiene 25 años y mi hija 23 años”.

Entre anécdotas y juegos

Aunque le impresiona haber conseguido esa pequeña fruta roja, la mermelada no es la parte favorita de esta cena, sino el gravy (salsa hecha con los jugos de la carne de pavo, pollo o res y verduras), que añade a todo su plato porque la comida sabe mejor con él, asegura. A esta lista de alimentos preferidos agrega la cacerola que hacía su abuela con vainas verdes y crema de hongos en lata y cebollas fritas. “No sé por qué es mi plato favorito. Mi esposa casi no me deja hacerlo porque a nadie le gusta, pero para mí siempre estará presente en mi mente la cacerola de vainas de mi abuela”, cuenta con vehemencia mientras coloca su mano en el pecho en un gesto solemne.

Entre sus valiosos recuerdos, atesora el último Día de Acción de Gracias que pasó con su suegro hace dos años, antes de que falleciera. Y aún conserva el maletín hecho a mano por su querido abuelo, a quien su pasión por la carpinterí­a lo llevó a elaborar obsequios de madera para regalar a todos sus nietos en Navidad. Al ser muchos nietos, la confección de todos los regalos le tomó un año completo, dice el diplomátic­o.

Si bien guarda recuerdos que conmueven, también mantiene tradicione­s alegres y entretenid­as, como el juego de cucharas y naipes, actividad que no suele ser tradiciona­l en las familias estadounid­enses, pero que es una costumbre para la familia Martini. Su esposa Alicia destaca la sencillez del juego y lo fácil que es jugar con cualquier persona y en cual

quier país, porque ni siquiera se necesita hablar para ejecutarlo.

Una fecha para reflexiona­r

El Día de Acción de Gracias, como su nombre lo dice, es para agradecer. “Es un tiempo para reflexiona­r, demostrar afecto y más que todo agradecer por la salud de mis hijos, de mi esposa y la mía. Por la posición que tenemos en el mundo y pedir por el bienestar de los otros. Es un espacio para pensar en la gente de escasos recursos y en qué podemos hacer para que sus vidas sean mejores”.

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Este maletín fue un obsequio navideño hecho a mano por su abuelo paterno.

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