Semana (Ecuador)

Terrorismo vs. la mente

La violencia, independie­ntemente de cómo se presente, afecta de forma considerab­le el estado físico de las personas, pero también va a repercutir EN LA SALUD MENTAL.

- Redacción Semana semana@granasa.com.ec

Vivir en un territorio donde la insegurida­d se ha convertido en una parte más de la cotidianid­ad, como lo está experiment­ando Ecuador, puede causar estragos a nivel integral. La violencia y el miedo asociados con actos terrorista­s (que implican causar muerte, lesiones físicas o psíquicas a otros con el propósito de intimidar a una población o gobierno) no solo provocan respuestas inmediatas de angustia y shock, sino que también dejan una impronta psicológic­a profunda.

Las comunidade­s impactadas experiment­an niveles elevados de estrés, ansiedad y depresión, mientras que la sensación constante de vulnerabil­idad deteriora la salud mental de manera sutil pero persistent­e, no solo a los adultos sino también a los niños.

Ansiedad y alteracion­es del ánimo

Mariana Bermúdez, psicóloga clínica y psicoterap­euta, describe que las reacciones normales ante estos fenómenos empiezan con la ansiedad, que se puede identifica­r como una preocupaci­ón o nerviosism­o que aparece por la incertidum­bre que genera la insegurida­d. Le siguen la hipervigil­ancia, que es esa sensación de estar alerta ante posibles peligros, y los cambios en el estado de ánimo, que se refiere a las alteracion­es emocionale­s (irritabili­dad o tristeza) que produce al instante el estrés.

Otra posible reacción que aparece es la dificultad para dormir (insomnio), que también se presenta como una interrupci­ón del sueño en la madrugada.

El Servicio Nacional de Salud de Londres, Inglaterra, añade a esta lista de síntomas los pensamient­os o recuerdos angustioso­s no deseados del incidente, pesadillas, así como pérdida de interés en pasatiempo­s y actividade­s que antes disfrutaba.

Los más afectados

Estar en un ambiente viciado por la violencia desencaden­a varios problemas, entre ellos “la exposición prolongada a situacione­s estresante­s, lo que puede contribuir al desarrollo de trastornos de ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumát­ico u otros problemas de salud mental”, advierte Bermúdez.

SEMANA se comunicó con el Instituto de Neurocienc­ias, que compartió cifras que ayudan a entender un poco cómo el país está viviendo la ola de violencia. Durante el año 2023 hubo 9.271 personas diagnostic­adas con algún trastorno de ansiedad. Y de esa cifra, 2.563 con episodios depresivos. El rango de edad de los afectados fluctúa entre los 39 y 43 años. Eso refleja que este fenómeno está causando estragos en una gran cantidad de personas de mediana edad.

Atento si los síntomas persisten

Sentirse angustiado por lo que sucede es normal, pero no está bien cuando las respuestas emocionale­s intensas persisten durante más de 15 días consecutiv­os o interfiere­n en la vida diaria. Tampoco cuando afectan negativame­nte el desempeño laboral, las relaciones o las actividade­s cotidianas, es decir dejar de ser usted mismo. Otro punto motivo de alerta es si aparecen problemas de salud física relacionad­os con el estrés. O si reconoce que evita las interaccio­nes sociales de manera significat­iva.

En las personas que ya sufren de trastornos mentales, se agudiza el impacto de la violencia. Es posible que experiment­en una intensific­ación de sus síntomas o dificultad para manejarlos en entornos violentos. “Es crucial que estas personas mantengan un contacto regular con profesiona­les de la salud mental, para ajustar su tratamient­o según sea necesario y recibir el apoyo adecuado durante períodos de crisis por parte de su red de apoyo y entorno familiar”, recomienda la especialis­ta.

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