Semana (Ecuador)

No se haga la víct i ma

Existen personas que viven gran parte de su vida lamentándo­se, QUEJÁNDOSE. Conozca por qué actúan así.

- Danna Robayo robayod@granasa.com.ec

Lidiar con dificultad­es del día a día es complicado. Algunos saben cómo actuar ante estas adversidad­es, hay otros que no tanto. Pero existen aquellas personas que, ante los problemas, pierden el control y aseguran que la razón por la que les suceden cosas malas es por culpa de los demás.

Este patrón de comportami­ento en el que la persona adopta el rol de víctima es lo que se conoce como “victimismo disfuncion­al, esto es quedar atrapado en la dinámica de sentirse constantem­ente agraviado o atacado. Aquí, la persona tiende a culpar siempre a otros por sus inconvenie­ntes, evitando asumir responsabi­lidad para salir de ese ciclo”, así lo explica María Gracia Abad, psicóloga clínica de la Universida­d Técnica Particular de Loja (UTPL) con formación internacio­nal en Wesleyan University y Johns Hopkins University, en Estados Unidos.

Se desarrolla de esta forma

Ante un comportami­ento inadecuado lo que se debe hacer es investigar qué lo causa. Entre las razones están las experienci­as traumática­s, baja autoestima, no tener las herramient­as adecuadas de manejo del estrés y autorregul­ación emocional y, a veces, habitar en un entorno que refuerza la idea de ser una víctima.

“Además, la presencia de trastornos de la personalid­ad o la depresión también pueden ser factores significat­ivos en el desarrollo de este patrón de pensamient­o (de víctima)”, añade la especialis­ta.

Es por eso que la evaluación individual con un profesiona­l juega un papel importante para comprender cómo estos factores específico­s afectan a la persona.

Así funciona su mente

El cerebro de una persona que sufre de este síndrome -según una investigac­ión de Healthline- tiene tres creencias: la primera, cosas malas suceden y seguirán sucediendo; la segunda, otras personas o circunstan­cias tienen la culpa; y la tercera, cualquier esfuerzo por generar un cambio fracasará, por lo que no tiene sentido intentarlo.

A esto también se suma un rasgo notorio que es la falta de responsabi­lidad, y se puede presentar de la siguiente manera: echando la culpa a otros, uso recurrente de excusas, no asumir la responsabi­lidad, reaccionar a la mayoría de los obstáculos de la vida con la frase “No es mi culpa”, destaca la terapeuta familiar de esa investigac­ión, Vicki Botnick.

Impacto en la salud

Toda exacerbaci­ón de comportami­ento tiene posibles complicaci­ones en la salud. Como las que indica la especialis­ta María Gracia.

Victimizar­se tiene un impacto negativo en la calidad de vida al limitar el crecimient­o personal y perpetuar la sensación de impotencia.

En las relaciones interperso­nales puede generar conflictos constantes y dificultad­es para establecer conexiones saludables que pueden llevarlo a sentirse ignorado y aislado.

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