Semana (Ecuador)

Bañarse en cerveza, una peculiar terapia para cuidar la piel y el cabello

Esta antigua costumbre europea aterriza en la capital como una opción que une bienestar y

- Mariella Toranzos Narváez semana@granasa.com.ec

En una amplia tina blanca, Luis Sánchez coloca varios litros de cerveza IPA e inmediatam­ente presiona los botones para encender el sistema de hidromasaj­e. La cerveza empieza a burbujear y una capa de espuma blanca se forma en la superficie.

Mientras la cerveza adquiere la textura adecuada, él aprovecha para encender el sauna y alistar la camilla donde los visitantes recibirán un masaje relajante con productos elaborados con cebada.

Y es que en Queenie's Beer Spa, todo está hecho con cerveza. “¿Sabía que en el antiguo Egipto la gente ya usaba la cerveza para darle brillo a su cabello?”, pregunta.

Y eso, explica, es lo que ha querido lograr en este espacio, el primero del país en el que la cerveza es mucho más que una bebida.

Sánchez, un ingeniero venezolano que llegó a Ecuador en 2015, había leído hace varios años sobre los tratamient­os con cerveza y los `beer spas' en Europa, pero no fue hasta que se instaló definitiva­mente en Quito que se le ocurrió fundar uno propio.

“Quería innovar con algo distinto, que le brindara a la gente la posibilida­d de combinar diversión, belleza y entretenim­iento”. El espacio abrió sus puertas en 2019, pero se vio obligado

ENTRETENIM­IENTO.

a cerrar tras el confinamie­nto por la pandemia de covid. Cuatro años más tarde ha retomado sus actividade­s frente a los insistente­s pedidos de los clientes.

La visita dura en promedio tres horas e inicia con el masaje relajante y un tratamient­o facial con cremas y exfoliante­s elaborados con cerveza.

Concluido el proceso, se ingresa al sauna, donde el olor a cebada lo inunda todo y los visitantes pueden `despertar' los poros durante media hora. Finalmente, los usuarios ingresan a la tina de cerveza, en la que pueden relajarse y conversar. Esto, claro, mientras beben una cerveza heladita en jarro y degustan de pequeños piqueos.

El recorrido funciona bajo reserva y tiene un costo de $ 20 por persona. “Hay mucha gente que viene una vez con sus amigas y luego vuelve con su familia o su pareja. Les gusta la experienci­a y también cómo les queda la piel después”, dice Sánchez.

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