Una familia atravesada por el arte
Lospadres de Celia Zaldumbide Rosales fueron personajes que marcaron la historia nacional. Gonzalo Zaldumbide Gómez de la Torre sirvió como representante del país en Francia, Italia, Estados Unidos, Brasil, Perú, Inglaterra, Colombia y Chile. Además, se dio a conocer por su trabajo como crítico literario, novelista, ensayista.
Entre sus piezas más conocidas está la novela `Égloga trágica' que empezó en 1910 y culminó en 1954.
Su esposa, Isabel Rosales, pertenecía a una acaudalada familia guayaquileña que se instaló en París a inicios del siglo veinte.
Ella y sus hermanas Thalie y Leonor, conocidas como Las tres musas de Guayaquil, se dedicaron por completo a las artes. Isabel Rosales se especializó en el reputado Conservatorio Nacional de Música de París, donde se convirtió en una afamada concertista. Es considerada como la más completa y prodigiosa de los pianistas ecuatorianos de la primera mitad del siglo veinte.
Tras contraer matrimonio con Gonzalo Zaldumbide, esta dejó los escenarios para dedicarse a su familia y a Celia, la única hija de la pareja. La única grabación que se conocía con las piezas de Isabel Rosales desapareció hace muchos años, por lo que el único registro que queda de su prodigio es documental.
Justo por ello, Celia Zaldumbide se empecinó en dar vida a la fundación, pues quería salvaguardar el legado literario de su padre y el legado artístico de su madre para que perduraran en el tiempo.
Ella no daba conciertos particulares, pese a haber aprendido el instrumento directamente de su madre, pero sí se dedicó a la enseñanza del piano. Andrés Torres, miembro de la fundación y alumno de esta señala: “Celia nunca se casó ni tuvo hijos, se dedicó por completo a la docencia del piano, y al igual que su madre, a promover la cultura en el país”, indica.