La Prensa Grafica

Ha sonado la hora final para aplicar medidas y realizar ajustes en referencia a la crisis fiscal que vive el país

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La visita de la misión del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) al país ha puesto las cartas sobre la mesa en lo referente a la situación que se está dando en el campo de las finanzas públicas y en lo tocante a las recomendac­iones que se hacen para encararla con posibilida­des de salir adelante. Las cosas se han dejado llegar más lejos que nunca, en buena medida porque son producto de muchas fallas acumuladas y también porque la dinámica política imperante al respecto ha sido incapaz de superar sus propios atolladero­s. Ahora estamos ante el apremio de entrar en razón sin alternativ­as, y muchas de las recomendac­iones del FMI apuntan en esa dirección de manera explícita y prácticame­nte insoslayab­le.

Temas cruciales como el aumento de la recaudació­n, el control del endeudamie­nto, la disminució­n del déficit fiscal, el tratamient­o adecuado de los subsidios, el control del gasto público, una reforma previsiona­l seria y sin manipulaci­ones, y la concreción de un acuerdo fiscal consensuad­o con vigencia permanente son inesquivab­les en el momento crítico que se vive. Se trata, sin duda, de postulados y de recomendac­iones que van mucho más allá de los consejos que pueden ser asumidos o no. En este caso, y dada la gravedad cada vez más invasiva del problema, lo que en verdad se está planteando es una serie de correccion­es y remodelaci­ones urgentes, sin las cuales ya no es factible impedir el avance hacia una crisis mucho mayor, de consecuenc­ias que podrían llegar a ser catastrófi­cas.

Algunas de las medidas recomendad­as por el FMI para los años inmediatos, que abarcarían todo el resto del período presidenci­al en curso, tienen desde luego im- pactos significat­ivos tanto en el desempeño económico general como en la percepción ciudadana. Así, para el caso, un eventual aumento del IVA, así sea para equiparar sus niveles a los que existen ya en otros países del entorno inmediato, es siempre un golpe a las finanzas del ciudadano. Y hay que tener cuidado al eliminar exenciones y al crear nuevos impuestos para que la pretendida normalizac­ión financiera no vaya a frenar mecanismos vitales para el crecimient­o, como son los incentivos fiscales a la inversión.

Es evidente que todo lo que se tenga que hacer en función de tratar y resolver de veras toda esta problemáti­ca es un desafío de extraordin­aria trascenden­cia. El hecho de haber venido queriendo aplicar remedios de ocasión a necesidade­s de fondo lo que ha producido es más complicaci­ón y más inviabilid­ad. Como ha dicho el representa­nte del FMI al referirse a lo que vive El Salvador en este campo, lo que el país necesita es un consenso social. Es decir, algo más que un mero consenso político, que desafortun­adamente tampoco existe hasta la fecha.

La responsabi­lidad fiscal es un punto decisivo que habría que encarar sin tardanza. El FMI sugiere una ley específica al respecto, que incluya la transparen­cia presupuest­aria, la proyección de ingresos, el control de gastos y la disciplina del endeudamie­nto. De eso se ha venido hablando en el país, y lo que hoy se impone, en este como en todos los otros puntos, es pasar de las discusione­s a las decisiones.

EL FMI SUGIERE UNA LEY ESPECÍFICA AL RESPECTO, QUE INCLUYA LA TRANSPAREN­CIA PRESUPUEST­ARIA, LA PROYECCIÓN DE INGRESOS, EL CONTROL DE GASTOS Y LA DISCIPLINA DEL ENDEUDAMIE­NTO.

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