La Prensa Grafica

No abramos heridas

- Ochgib@gmail.com

Con estupor recibimos la desagradab­le noticia de que la Sala de lo Constituci­onal de la Corte Suprema de Justicia declaró inconstitu­cional la Ley de Amnistía que dio paso a la búsqueda de una paz duradera. Y que esas heridas fueran curadas para siempre.

Los Acuerdos de Paz, firmados el 16 de enero de 1992 en Chapultepe­c, México, buscaban que las dos partes en conflicto estuviesen conformes, que la Ley de Amnistía era la mejor solución.

Traigo a cuenta las palabras brillantes del laureado doctor David Escobar Galindo, cuando en un editorial publicado el 28 de octubre de 2000 dijo en este diario: Ni el país lo merece, ni el proceso lo justifica, ni la razón lo avala, unas cuántas pasiones estancadas no pueden estar encima de la sensatez nacional.

Ojalá que los demandante­s hayan tomado en cuenta que al declarar inconstitu­cional dicha ley, que como dije en párrafo anterior, sería para remover heridas que poco a poco hemos ido aceptando con mucho dolor.

¿Ya se pusieron a pensar cuántos juicios habrá que abrir? ¿Cuántas prisiones hay que construir? Porque tanto de un bando como otro hay culpables, y no son pocos.

¿Cuántos tribunales hay que crear? ¿Cuántos jueces va exigir el abrir 10, 15 y más miles de procesos? ¿Cuántos fiscales necesitará­n para acusar?

Con los problemas del momento tenemos suficiente.

Gilberto Mendoza Ochoa

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