De “soldaditos” yjusticia “fuerte”
Hace unos años, cenando en un restaurante en el norte de Estados Unidos, entró un soldado raso americano con su familia, vestido de gala, “to the nines” como dicen por allá. Al parecer estaban celebrando el retorno del soldado de alguna misión en el extranjero, a juzgar por la fecha le apostaría al Oriente Medio.
Terminaron de cenar, pidieron la cuenta, y a los pocos minutos regresó un señor, regordete, bajito, con un fuerte acento italiano, y le dijo “cortesía de la casa, es lo menos que podemos hacer por tu sacrificio... gracias” y se dirigió a los demás comensales y les pidió un sonoro y cariñoso aplauso para el soldado, el que no se hizo esperar un segundo.
Uno de los más graves errores del nefasto Donald Trump fue el desafortunado ataque contra los padres musulmanes del soldado caído en guerra, familia miembro del “club” más exclusivo y respetado de Estados Unidos: “The Gold Star”, la Estrella Dorada, al cual solo pertenecen los padres de soldados caídos en guerra, honor que trasciende toda religión, etnia, raza, o cualquier otra segmentación del ser humano, ¡esto es ser soldado en el Imperio!
Traigo esto a colación a raíz de las recientes declaraciones de las autoridades de la UCA, en la que uno de los participantes se refiere a los miembros de nuestras Fuerzas Armadas como “soldaditos”, desafortunada descripción que no gusta, conlleva menosprecio, desdén, discriminación; descripción que encuentro ofensiva como salvadoreño, triste y lamentable como católico y deplorable cómo académico. Tintes y matices de actitudes y prejuicios que debemos superar, esa desigualdad de clases, de la arrogancia de lo aprendido, que desembocan en estrechas oportunidades y por ende en la desigualdad económica.
Espero que algún día lleguemos a apreciar y admirar, como se merecen, a los cipotes que día a día arriesgan sus vidas en los cerros y calles infestadas de mareros, narcos y otras malignas hierbas.
La justicia en nuestro querido El Salvador es débil, en España sí hay justicia, nos dicen, permítanme relatarles una breve historia: “Con 90 años, protegida del frío con un abrigo de piel y una bufanda de lana, de rumbo al despeñadero. No me vayan a criticar de pesimista, por favor califíquenme de realista. Creo que es procedente citas amplias y ruego me disculpen. “Cada uno de nosotros lleva sobre sus espaldas el peso de parte de la sociedad, y nadie ha sido dispensado de su responsabilidad por los demás; nadie puede hallar una vía de escape para sí mismo si la sociedad se ve arrastrada a la destrucción. Por consiguiente cada uno por su propio interés debe participar vigorosamente en la batalla intelectual. Nadie puede permanecer indiferente; del resultado de esa lucha dependen los intereses de todos”. Ludwig von Mises.
Otra cita y mis disculpas. “Nunca dudes de que un pequeño grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos puede cambiar el mundo; de hecho, es lo único que lo ha logrado”. Margaret Mead. Definitivamente se necesita la mayor participación, sin enfoques politiqueros, deben ser preferentemente apartidistas, con espíritu de unión y trabajo colectivo.
El país requiere de un Acuerdo Nacional. Un Gran Acuerdo, por su amplitud y sus connotaciones: es urgente. Lo necesitamos para invertir más, para producir más y generar empleo en el sector formal. Siendo el pastel más grande y con mecanismos fiscales redistributivos adecuados, propios de una política fiscal, no prácticas aisladas presupuestarias o de urgencias de caja para pagar proveedores, se resolverán muchas pie sobre una profunda fosa abierta, una mujer murmura: ‘Mi padre’, al ver un esqueleto desenterrado en el fondo. Ascensión Mendieta es hija de Timoteo Mendieta, sindicalista fusilado en 1939, en los meses posteriores a la Guerra Civil española, enterrado en una fosa común. Su tumba fue la primera en ser desenterrada a petición de la jueza argentina María Servini, en una demanda, en virtud al principio de justicia universal, que busca la reparación a las víctimas y sus familiares por crímenes cometidos durante la Guerra Civil y la dictadura de Franco”. ¡Una jueza argentina!
“Los historiadores estiman que 500,000 combatientes y civiles fueron asesinados... durante la guerra”. España tiene Ley de Amnistía, el Pacto del olvido, la Ley de Memoria Histórica; rechazaron tajantemente la creación de una comisión de la verdad, eliminaron la financiación estatal de las exhumaciones de las víctimas. “Uno de los jueces españoles más conocidos por su defensa de los derechos humanos, Baltasar Garzón, abrió una investigación sobre los crímenes del franquismo en 2008, aunque poco tiempo después el caso decayó”, y el famoso juez se perdió en el olvido. Solo María Servini, una jueza argentina, ha logrado algo. aflicciones de funcionarios públicos celosos y responsables de su cargo de captación de tributos para suplir gastos inevitables, no de más derroche por supuesto.
Hay que producir más y generar ingresos internos y reducir porcentualmente hablando esa dependencia bendita, pero perversa, de las remesas familiares. Qué fácil dirán algunos, este se inventó la pólvora. Pero no empezamos, ni hacemos nada. Para los lectores que encuentran práctico el lenguaje sencillo y no escogido, tenemos que empezar por hacer lo factible a corto plazo, como lo vemos los apartidistas ciudadanos que todavía laboramos y pagamos puntal y exactamente los impuestos que nos corresponden, sin renegar por su utilización.
No más discusiones técnico-económicas, si el problema es de oferta o de demanda o si la reducción del gasto público es contractivo y mejor hay que propiciar mecanismos de mayor captación de ingresos públicos. Un acuerdo con FMI es necesario. Insisto para dejar claro una idea porque se me acabó el espacio. Hay que invertir más, producir más, pagar los impuestos. Se reducirá el déficit fiscal incluyendo pensiones, nos calificarán mejor como país, se reducirán los altos niveles de desempleo, más educación, menos violencia, seremos viables como país. Pero pongámonos de acuerdo en algo para empezar el círculo virtuoso: Un Acuerdo Nacional.