Cuando la fe te hace sentir cerca a Dios
La fe es un inmenso don de Dios, y vale más que la vida misma, pues solo con ella puede el hombre caminar en su existencia hacia el destino eterno, aunque a veces no vea, aunque le rodeen espesas tinieblas, aunque le azote la duda, aunque le domine el miedo, aunque le invada el desaliento, ya que el justo vive de la fe” (Rom 1,7).
La fe es un don de Dios, como lo dice la Carta a los Romanos, pero también el hombre tiene que pedirla: “Señor aumenta mi fe” y colaborar, la tiene que poner en acto, la tiene que hacer vida. La fe, en definitiva, nos hace sentir cerca a Dios, y hoy a través de estas palabras queremos hacer y agradecer.
Señor, queremos expresarte nuestro gozo, porque te sentimos cerca. Sí, muy cerca de cada uno, muy cerca de nuestras cosas, muy cerca de nuestra vida muy cerca de nuestra historia.
Te sentimos cerca cuando amanece y la luz abre nuestros ojos.
Te sentimos cerca cuando otras personas se preocupan de nosotros, cuando compartimos nuestra alegría y nos divertimos con los amigos.
Te sentimos cerca al regresar a casa y comer en familia, en el rato de estudio y en el descanso, o cuando anochece y el sueño nos vence.
Señor, que te descubramos en lo nuestro, en eso que hacemos cada día. Que estemos seguros de que Tú estás cerca. Y, ¿qué hacer para mantener la fe en los momentos de dificultad o prueba? Aquí, unos consejitos:
1. Leyendo y meditando la Sagrada Escritura. Recibir esta palabra con fe es lo que El Señor me quiere decir, y yo la acepto, acojo y cumplo.
2. Orando a Dios, a Jesús, pidiendo la intercesión de María. Pedir el don de la fe, saber que es Dios quien la da, es una virtud sobrenatural que Dios regala.
3. Acudir a personas de fe que me ayuden al buen discernimiento de los acontecimientos, que me iluminen el camino con sabios consejos.
4. Leer libros santos, sobre hombres y mujeres de fe; ver películas que nos enseñen cómo mantener la fe, como “A prueba de fuego”, “Santa Rita de Casia”, “Juan Pablo II”, “Maria Goretti”, “San Felipe Neri”, “La Pasión de Cristo”. Para poder crecer en la fe y no solo mantenerla, hay que mirarlo todo con ojos de fe. Verlo todo venido de la mano amorosísima de Dios, principalmente lo que nos hiere, porque Dios sabe hacerlo todo para nuestro bien, Dios hace todo por mi bien. Ver la naturaleza, los acontecimientos de mi vida, y ver la mano de Dios que los realiza. La fe transforma toda la vida, porque el alma que cree y vive de acuerdo con su fe, vive íntimamente feliz a pesar del dolor. Un peligro grave es la inconstancia, el aflojar ante las dificultades. ¿Aceptas el reto de sentir cerca a Dios? Él ya lo está, me lo dice la fe.
(Legionofchrist.com; Regnumchristi.com).