Hasta siempre, don alfonsito
Don Alfonsito Salazar no era mi familiar consanguíneo, naturalmente, ya que mi relación con él fue literaria eminentemente, pues escribo para la columna Opinión de LA PRENSA GRÁFICA desde 1997. Cuando él llegó a ocupar la jefatura de Redacción ya yo escribía con esta excelente y honorable Casa Noticiosa-periodística.
Pero el cariño, el respeto, la admiración que siempre le tuve a este Gran Señor, los voy a conservar en mi corazón para el resto de mi vida... Es que él era un tipazo carismático, sobrio, totalmente versado en la cosa periodística; amante esposo de su inolvidable “españolita”, un papá que supo amar y apoyar en cuanto pudo a hijos consanguíneos o no; fue de esas personas que se le meten a uno en el alma, en la mente, en el corazón para ocupar uno de esos espacios a perpetuidad.
Sus ojos se cerraron y desaparece su figura física de la Unidad que ocupaba. Hay talentos a la espera de reemplazarle, naturalmente, y como la elección la harán sabiamente dentro de la empresa, es de esperarse que así como la vida continúa su rumbo con los que la conformamos, así será cubierta la labor que realizaba don Alfonsito; pero a muchos nos dolerá por mucho tiempo el no verle más sus ojos claros, su porte parco con el dejo del adulto mayor que pese al natural cansancio físico aún está en circulación, tratando de echar mano de la fuerza del búfalo y de las alas del águila que le dispensan Dios y la vida misma... a mí particularmente me dolerá no volverle a escribir: “Estimado don Alfonsito, con mis mejores deseos por su buena salud y por abundantes bendiciones, tengo a bien remitirle Artículo...”.
Pero, ¿qué hacer ante los insondables designios del Gran Arcano Universal, que tan amablemente nos permite la oportunidad, la dicha y la alegría de conocer este planeta con sus bondades, sus cosas lindas, el amar y que nos amen, conocer lo más precioso que es nuestra familia, nuestros hijos... Cómo agradecerle a Dios que nos permite venir a marcar un puntito en la inmensidad de la eternidad, una rayita breve en el gran Monograma que Dios-hombre... Cómo vivir plena y buenamente esos contados segundos de nuestra existencia frente a la eternidad?
Bueno, es así, amigos: “...¿Qué es el hombre para que Dios repare en él; si su vida es como la flor de la grama que en la mañana es y por la tarde ha muerto... si nuestra vida es una neblina que repunta al clarear el alba y minutos después se ha esfumado?
Respuesta: el hombre es la obra cumbre de la creación, el ser más amado del divino corazón del Todopoderoso; y aunque es verdad que nuestro paso por la tierra es más corto que un relámpago y más breve que un suspiro, sí tenemos un inmenso valor a los Ojos de Él y sí se preocupa y sufre por nosotros; y sí trabaja finamente esos cuadros, esas contabilidades que encierran el momento preciso de nuestro nacimiento, la evaluación y balance de nuestro accionar y el momento exacto en que debemos regresar a Casa... ¡Y qué bien por don Alfonsito que libró la buena batalla de la vida, legó voluntades, cariños, buenos frutos y buenos recuerdos; habiendo tomado posesión de la Corona de la Vida!
¡Mi Amigo ha muerto, viva mi Amigo! ¡Hasta siempre, don Alfonsito Salazar!