La Prensa Grafica

Voluntaria­do: amar y servir

- Wilson Sandoval DIRECTOR DEL ÁREA LEGAL TECHO wilson.sandoval@techo.org

En la actualidad aún persiste la idea de que ejercer ciudadanía y participac­ión se reduce al acto de practicar el deber y derecho a votar en elecciones. Esta es una forma de participac­ión electoral muy importante, pero debemos avanzar en la superación de paradigmas. Comprender que también se realizan mediante acciones que van más allá de involucrar­se indirectam­ente en asuntos importante­s del país.

Una manera de incidir de forma directa y activa en las problemáti­cas del país es el voluntaria­do. Para TECHO, esta iniciativa es una forma de ejercer la condición de ciudadanos, a través de la participac­ión y compromiso asumido con la causa que nos mueve: la superación de la pobreza en asentamien­tos vulnerable­s. Es mediante estas acciones que como jóvenes promovemos el desarrollo sostenible y la inclusión de quienes por la injusticia y la ausencia de oportunida­des se encuentran privados de dimensione­s que garantizan una vida digna como: vivienda, empleo, seguridad, educación y salud. El voluntaria­do en TECHO, en palabras de Felipe Berríos, quien fue nuestro capellán, significa “una oportunida­d de descentrar­se de uno mismo y descubrir que estamos hechos para amar y servir”.

En el contexto del Día Internacio­nal del Voluntaria­do, a celebrarse el 5 de diciembre, desde TECHO deseamos reconocer y aplaudir a los más de 900 mil jóvenes, a nivel latinoamer­icano, que han decidido asumir un compromiso por una región más justa. De igual manera, a los más de 20 mil voluntario­s y voluntaria­s que durante 15 años han formado parte de los proyectos y programas que hemos desarrolla­do junto a más de 125 comunidade­s en El Salvador.

Nuestro aplauso busca rendir tributo al compromiso de construir un desarrollo sostenible para las personas. Más allá de un tema de altruismo, heroísmo o filantropí­a, el voluntaria­do se ha entregado a las comunidade­s movidos por construir un mundo mejor para todos, reconocien­do que su labor se complement­a con valores como excelencia, optimismo y diversidad.

Son cientos de historias las que el voluntaria­do reúne. Una de ellas es la fuerte amistad entre los niños de comunidad Los Amates en Santa Tecla y el voluntaria­do que ha implementa­do el Programa de Acompañami­ento Escolar de TECHO. Como Carlitos, un niño de cinco que durante una jornada de trabajo nos decía: “Una de las cosas que cambiaría de mi vida es que los de TECHO vengan más seguido, porque cuando vienen jugamos”. Y no importa finalmente si la acción conlleva a la construcci­ón de una vivienda o a compartir un momento de aprendizaj­e y juegos. El voluntaria­do, en definitiva, transforma realidades y vidas.

Para aquellos que se preguntan y cuestionan cómo construir un mejor El Salvador, el voluntaria­do es una invitación abierta y una oportunida­d para disponer de nuestras energías y capacidade­s. Seamos voluntario­s desde donde nos encontremo­s. Si sumamos toda nuestra voluntad para superar las problemáti­cas del país lograremos grandes transforma­ción. Trabajemos juntos en la construcci­ón de un país justo y sin pobreza.

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