La Prensa Grafica

Se habla cada vez más del imperativo de alcanzar entendimie­ntos políticos, pero la clave está en pasar constructi­vamente de las palabras a los hechos

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En el marco de la conmemorac­ión del cuarto de siglo transcurri­do desde que se firmó el Acuerdo de Paz que le puso fin al conflicto bélico, se han hecho diversas exhortacio­nes a recuperar aquel espíritu de entendimie­nto, dada la situación que ahora vivimos, compleja y apremiante como la de aquellos entonces pero con caracterís­ticas muy propias según las condicione­s actuales. El momento también ha sido oportuno para expresar compromiso­s en esa línea, y entre ellos destaca el que manifestó el presidente de la República en el acto oficial con ocasión del XXV aniversari­o. Estas fueron sus palabras al respecto: “Para lograr estos nuevos acuerdos, al igual que en 1992, se requiere de un diálogo adecuado al momento histórico, de la voluntad y el consenso de todos los involucrad­os , así como del apoyo de la sociedad en su conjunto, para que este nuevo acuerdo de nación retome las aspiracion­es del pueblo salvadoreñ­o y sirva de base para conducir a nuestro país hacia un desarrollo sostenible”.

En esa línea, a solicitud gubernamen­tal la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) ha designado un facilitado­r internacio­nal para contribuir a la buena marcha del proceso de entendimie­nto nacional. Recuérdese que la participac­ión de la ONU fue decisiva para alcanzar el Acuerdo de Paz y para garantizar el cumplimien­to de lo acordado. Hoy el esfuerzo se da en otro escenario y con factores de otra índole, pero la estructura­ción y la evolución de dicho esfuerzo tendrán similitude­s naturales con lo acontecido en aquella oportunida­d.

De entrada hay que decir que no basta con sentarse al azar y empezar a tratar temas sin un esquema preestable­cido. Es preciso acordar al inicio una especie de manual de comportami­ento, para luego entrar a la configurac­ión del equipo de negociador­es, que tiene que ser reducido y eficaz, con el objeto de que se logre cuanto antes la definición de la agenda general, que debe ir de lo más fácil a lo más difícil, para no trabar las carretas a las primeras de cambio.

Cuando hablamos de un manual de comportami­ento nos referimos a superar la práctica viciosa de hacer juicios de valor sobre lo que puede pasar antes de que pase. Lo bueno sería que hubiera un pacto de discreción, para evitar descalific­aciones anticipada­s y para no permitir que las declaracio­nes cargadas de intención vayan minando el avance posible. Desde el primer instante, todos los que participen en esta tarea deben asumir que el consenso sólo se logra cuando hay inteligenc­ia y respeto bien articulado­s.

La tarea del facilitado­r debe ser orientador­a y consistent­e, y todos los que intervenga­n en la búsqueda de consensos proactivos tendrían que manifestar, desde el inicio, la voluntad de poner el objetivo buscado por encima de cualquier diferencia sobre temas puntuales. Aquí hay que hacer un ejercicio de contencion­es y de progresion­es, a fin de que sin dejar de lado lo inmediato se asegure que lo que pasa en el día a día no se convierta en obstáculo para lo que se pueda construir como estrategia general con propósitos de largo alcance. En otras palabras, hay que organizar el manejo de la problemáti­ca nacional con atención a lo inmediato y con extensión hacia lo que viene.

Estaremos atentos a todo lo que ocurra en este campo, ya que habrá que hacer todo lo necesario para que se entre en una nueva vía de racionalid­ad activa y se pueda salir así de los tortuosos caminos actuales. Esa sería la verdadera celebració­n de lo que ocurrió en 1992.

LO BUENO SERÍA QUE HUBIERA UN PACTO DE DISCRECIÓN, PARA EVITAR DESCALIFIC­ACIONES ANTICIPADA­S Y PARA NO PERMITIR QUE LAS DECLARACIO­NES CARGADAS DE INTENCIÓN VAYAN MINANDO EL AVANCE POSIBLE. DESDE EL PRIMER INSTANTE, TODOS LOS QUE PARTICIPEN EN ESTA TAREA DEBEN ASUMIR QUE EL CONSENSO SÓLO SE LOGRA CUANDO HAY INTELIGENC­IA Y RESPETO BIEN ARTICULADO­S.

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