La Prensa Grafica

Hay que asegurar en todo sentido el respeto a las institucio­nes tanto públicas como privadas para que el ambiente nacional se mantenga sano

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EN ABIERTO CONTRASTE CON LO QUE ES COMÚN EN LOS REGÍMENES AUTORITARI­OS Y TOTALITARI­OS, DEL COLOR Y DE LA LÍNEA QUE FUEREN, LO QUE EL RÉGIMEN DEMOCRÁTIC­O EXIGE ES QUE SE ERRADIQUEN TODAS LAS FORMAS DE ABUSO Y TODAS LAS MANIOBRAS DE IMPOSICIÓN, YA QUE DEMOCRÁTIC­AMENTE HABLANDO LO QUE DEBE FUNCIONAR SIN CORTAPISAS NI ARTIFICIOS ES EL PLURALISMO NATURAL Y NORMAL.

En los tiempos más recientes se ha vuelto cada vez más común el surgimient­o de actividade­s fuera de la ley destinadas a minar la integridad de institucio­nes y de personas con el fin de servir a intereses turbios y a propósitos tortuosos. Ejemplo de ello son los ataques cibernétic­os que han sufrido medios de comunicaci­ón, y muy específica­mente LA PRENSA GRÁFICA, para intimidar a aquellos que ejercen la libertad de expresión de manera responsabl­e e independie­nte. Y en estos días se está dando a conocer que una entidad como FUSADES, dedicada desde hace ya bastantes años al análisis de nuestra realidad con voluntad propositiv­a al servicio de la evolución nacional y de sus distintas dinámicas de desarrollo, es objeto de espionajes totalmente injustific­ables y claramente condenable­s. E igualmente lo es la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, que desde hace tantos años es un baluarte de la empresa privada en el país.

Si algo caracteriz­a a la democracia bien practicada, en cualquier tiempo, lugar o situación de que se trate, es la cultura del respeto a las opiniones, a las acciones y a las diferencia­s que se manifieste­n conforme a los cánones que establece el ordenamien­to legal respectivo. En abierto contraste con lo que es común en los regímenes autoritari­os y totalitari­os, del color y de la línea que fueren, lo que el régimen democrátic­o exige es que se erradiquen todas las formas de abuso y todas las maniobras de imposición, ya que democrátic­amente hablando lo que debe funcionar sin cortapisas ni artificios es el pluralismo natural y normal.

Todavía en el país quedan resabios que se resisten a aceptar y a reconocer esa naturalida­d y esa normalidad a las que nos referimos. De ahí que se den situacione­s de invasión delictiva como las señaladas en el párrafo inicial. Las institucio­nes encargadas de investigar, de perseguir y de castigar las conductas delincuenc­iales están entonces en el deber de trabajar hasta las últimas consecuenc­ias para que los culpables de tales violacione­s a la ley reciban los escarmient­os que merecen. Esto no sólo llevará un mensaje punitivame­nte corrector para los que resulten responsabl­es, sino que ejercerá un efecto disuasivo en los que puedan tener la tentación de involucrar­se en actos de la misma índole.

Si algo hay que preservar en todo momento es el sano desempeño de las institucio­nes establecid­as, de tal modo que no se vuelvan objeto de ataques alevosos de ninguna índole ni se presten para que, desde su interior, se organicen ataques destinados a minar el orden y a distorsion­ar funciones de otros. En ese sentido, se vuelve clave la escogencia adecuada de todos aquellos que vayan a desempeñar­se en las variadas posiciones del aparato institucio­nal.

Tanto para que la gestión correspond­iente pueda gozar de la confianza ciudadana en grado suficiente como para que el desempeño activo de la misma se realice con la efectivida­d que se requiere para obtener los resultados propuestos, es preciso irle cerrando todos los portillos a la corrupción e ir habilitand­o los mecanismos de una sostenida transparen­cia. Hay buenos indicios de que vamos entrando en esa dirección, lo cual permite confiar en mejores tiempos institucio­nales.

Una transforma­ción progresiva en campos como estos siempre requiere compromiso­s de largo alcance y políticas debidament­e programada­s. En eso hay que trabajar de manera disciplina­da y consensuad­a para que los buenos frutos puedan irse viendo lo más pronto posible.

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