Lo que escribió el Padre Ellacuría sobre el inicio del proceso de negociación de la paz en los primeros 100 días del Presidente Cristiani (y III)
Llegó la hora de la primera reunión de las respectivas comisiones del Gobierno y del FMLN en la sede del Seguro Social en el Sur de la capital mexicana. Era curiosamente martes 13 de septiembre, y aquel primer encuentro fue normal, sin ningún gesto disonante. Yo estaba en la mesa frente a Joaquín Villalobos, que sacó un breve libro de su mochila y me lo extendió, diciéndome: “Aquí le manda Eduardo Sancho”. Era un texto sobre el desenvolvimiento del FMLN. Gesto que recibí como signo de buen augurio. Yo conocía a Eduardo de los tiempos anteriores a la guerra, porque ambos somos poetas. Él perteneció al ERP, que secuestró a mi padre en 1974, y luego llegó a la Comandancia General de la Resistencia Nacional (RN), grupo que me trató en forma agresiva; pero esos no eran temas del momento. Ahora había que emprender un esfuerzo superior, sin retrancas anímicas.
El Padre Ellacuría se expresa así de aquel encuentro: “La reunión tenía en sí misma sus propias dificultades. Era la primera vez que el gobierno de ARENA se sentaba oficialmente con el FMLN y la delegación gubernamental no tenía experiencia en estas lides. Pero, además, cada una de las partes se presentó a la reunión con dos proyectos en apariencia muy distintos. El FMLN quería discutir cuanto antes cuestiones de fondo, formuladas en un muy cuidadoso documento, mientras que la parte gubernamental pretendía discutir ante todo cuestiones de procedimiento sin entrar por el momento en cuestiones de contenido. Esta dificultad inicial fue superada por ciertas concesiones por ambas partes, aunque fundamentalmente se respetó la posición de la delegación gubernamental para la primera reunión a la par que se respetó la posición de la delegación del FMLN, al darse por recibida y conocida su propuesta y al introducir en el marco conceptual sus pretensiones y en la agenda de la próxima reunión el tema principal del cese de hostilidades”. Era comenzar por la forma y no por el fondo, como exige la buena lógica negociadora.
Y Ellacuría desmenuza el marco conceptual del Acuerdo, que fue negociado por un pequeño grupo de cuatro representantes (dos del Gobierno y dos del FMLN). El análisis es muy preciso: “En efecto, el marco conceptual del Acuerdo de México de modo muy apretado y con una redacción sutil y compleja afirma que (1) se dialogará (lenguaje y posición del gobierno), (2) pero en busca de un entendimiento negociador (lenguaje y posición del FMLN), (3) para terminar el conflicto armado (gobierno, al que no le gusta usar la palabra guerra, no obstante haber sido empleada por el presidente en su discurso inaugural, (4) por la vía política al más corto plazo posible (FMLN), impulsar la democratización del país y reunificar la sociedad salvadoreña (ambos)...” En este punto viene al caso referir una anécdota que se produjo en aquella mesita de cuatro. En un momento determinado, uno de los representantes de la guerrilla dijo en forma precisa: “No aceptaremos ningún texto que no contenga el término negociación”. Respondí de inmediato: “¿Pero no te importaría que dicho término se usara como sustantivo, como verbo o como adjetivo?” Dijo entonces: “Es mejor escribirlo para ver”. Y en definitiva el término se usó como adjetivo. Dice así el texto final, al inicio del mismo: “El Gobierno de El Salvador y el FMLN dialogarán en un esfuerzo de entendimiento negociador para terminar el conflicto armado por la vía política al más corto plazo posible...” Como siempre, las palabras son claves para definir las intenciones.
Y Ellacuría hace un juicio premonitorio sobre lo que se estaba dando en aquellos primeros 100 días: “Lo que no parecía posible en los primeros noventa días de Cristiani acabó cuajando en los siguientes diez días de septiembre por un conjunto de esfuerzos , los cuales eran respuesta al proceso profundo de una necesidad histórica, la cual puede ser frenada por uno o por otro en cortos lapsos de tiempo, pero no puede ser cortada definitivamente por nadie”. No tardaría mucho para que la realidad confirmara lo dicho: el 11 de noviembre de aquel mismo año el FMLN lanzó lo que se dio en llamar Ofensiva hasta el Tope. Lo más revelador es que aquella Ofensiva, que a todas luces trató de ser aprovechada militarmente para consolidar posiciones en la mesa por parte de ambos, lo que produjo fue el debilitamiento militar de uno y de otro por distintas causas. A partir de entonces la negociación ya no padecería frenos artificiosos.
Las lecciones que se iniciaron desde el primero de junio de 1989 fueron acumulándose a lo largo de todo el proceso. Lo pertinente es identificarlas, asimilarlas y darles seguimiento. Si todo esto se hace de seguro tendremos valiosísimos insumos para seguir adelante. La lucidez del Padre Ellacuría es una de las brújulas que continuarán siendo útiles en todo momento.
LAS LECCIONES QUE SE INICIARON DESDE EL PRIMERO DE JUNIO DE 1989 FUERON ACUMULÁNDOSE A LO LARGO DE TODO EL PROCESO. LO PERTINENTE ES IDENTIFICARLAS, ASIMILARLAS Y DARLES SEGUIMIENTO.