Tardeo temprano
Los representados (gobernados) se darán cuenta tarde o temprano de que sus representantes (gobernantes) tienden a darles la espalda. Los ciudadanos optarán tarde o temprano por manifestarse públicamente en defensa de sus derechos y el bien común. Los contribuyentes reaccionarán tarde o temprano ante la divergencia entre los impuestos pagados y la calidad de los servicios públicos recibidos. Los connacionales terminarán tarde o temprano con la tradición de depositar el destino del país en manos únicamente de las cúpulas partidarias.
¿Cómo viven los salvadoreños en sus lugares de origen? La respuesta es contundente, la mayoría tiene un presente precario y un futuro desesperanzador. Un alto porcentaje de conciudadanos vive angustiado por la inseguridad, las limitadas oportunidades laborales y el asedio del crimen en las comunidades, calles y buses. En este contexto y dado el intenso período electoral 2017-2019 que se avecina, a continuación se presentan cinco puntos cardinales para elaborar un acuerdo de nación.
Punto 1. Hacer que la educación y cohesión social sean la prioridad dominante. Esto significaría, entre otras cosas, realinear a gran parte de la cooperación externa (bilateral y multilateral), abandonar la “securocracia” como la estratagema para legitimar el poder público y enmarcar los programas de prevención de la violencia dentro de la política social.
Punto 2. Precisar para qué se hará el ajuste fiscal y cuál es el propósito del acuerdo de nación. Diferenciar estas dos tareas es imprescindible para poner las cartas sobre la mesa y trabajar en dos carriles: (1) negociación entre el poder público y el FMI para solventar la iliquidez, y (2) definición del curso de acción para solucionar problemas estructurales (pobreza, desempleo, centralismo, emigración y corrupción).
Punto 3. Potenciar la participación y acción ciudadana (como parte de la construcción de un nuevo pacto). La esperanza está en que las organizaciones cívicas sean proactivas y levanten su voz constructivamente. Esa es la ruta democrática para incidir en la toma de decisiones y lograr que la ciudadanía sea respetada por el poder político y económico. Es decir, se requiere un nuevo balance entre Estado, sociedad y mercado.
Punto 4. Aplicar un método de trabajo que sea transparente, incluyente y costo-efectivo. Esta pieza es primordial para que el facilitador de la ONU no sea presa del centralismo, el calendario electoral y los defensores del statu quo. Convendría, entonces, crear una atmósfera de confianza para los diferentes sectores, abrir el proceso a los catorce departamentos y avanzar a paso lento pero seguro.
Punto 5. Construir una plataforma tecnológica de información y comunicación ciudadana en el proceso de construcción de un acuerdo de nación. Este instrumento debería ser administrado por la sociedad civil –con el auspicio de la ONU– para que los ciudadanos puedan expresarse e interactuar sin intermediación partidaria o gubernamental.
Conclusión: los ciudadanos y sus organizaciones deberían acercarse al facilitador de la ONU en El Salvador. Este paso es clave porque la ONU es una organización intergubernamental, burocrática y regida por normas y procedimientos que han sido diseñados para apoyar a los gobiernos. Es decir, la ONU tiene limitaciones para cooperar directamente con las organizaciones sociales. Consiguientemente, la sociedad civil tendrá que entender tarde o temprano que la ONU carece de un infalible método de trabajo para construir participativamente un nuevo pacto.