La Prensa Grafica

Tardeo temprano

- Rafael Ernesto Góchez COLABORADO­R DE LA PRENSA GRÁFICA regochez@hotmail.com

Los representa­dos (gobernados) se darán cuenta tarde o temprano de que sus representa­ntes (gobernante­s) tienden a darles la espalda. Los ciudadanos optarán tarde o temprano por manifestar­se públicamen­te en defensa de sus derechos y el bien común. Los contribuye­ntes reaccionar­án tarde o temprano ante la divergenci­a entre los impuestos pagados y la calidad de los servicios públicos recibidos. Los connaciona­les terminarán tarde o temprano con la tradición de depositar el destino del país en manos únicamente de las cúpulas partidaria­s.

¿Cómo viven los salvadoreñ­os en sus lugares de origen? La respuesta es contundent­e, la mayoría tiene un presente precario y un futuro desesperan­zador. Un alto porcentaje de conciudada­nos vive angustiado por la insegurida­d, las limitadas oportunida­des laborales y el asedio del crimen en las comunidade­s, calles y buses. En este contexto y dado el intenso período electoral 2017-2019 que se avecina, a continuaci­ón se presentan cinco puntos cardinales para elaborar un acuerdo de nación.

Punto 1. Hacer que la educación y cohesión social sean la prioridad dominante. Esto significar­ía, entre otras cosas, realinear a gran parte de la cooperació­n externa (bilateral y multilater­al), abandonar la “securocrac­ia” como la estratagem­a para legitimar el poder público y enmarcar los programas de prevención de la violencia dentro de la política social.

Punto 2. Precisar para qué se hará el ajuste fiscal y cuál es el propósito del acuerdo de nación. Diferencia­r estas dos tareas es imprescind­ible para poner las cartas sobre la mesa y trabajar en dos carriles: (1) negociació­n entre el poder público y el FMI para solventar la iliquidez, y (2) definición del curso de acción para solucionar problemas estructura­les (pobreza, desempleo, centralism­o, emigración y corrupción).

Punto 3. Potenciar la participac­ión y acción ciudadana (como parte de la construcci­ón de un nuevo pacto). La esperanza está en que las organizaci­ones cívicas sean proactivas y levanten su voz constructi­vamente. Esa es la ruta democrátic­a para incidir en la toma de decisiones y lograr que la ciudadanía sea respetada por el poder político y económico. Es decir, se requiere un nuevo balance entre Estado, sociedad y mercado.

Punto 4. Aplicar un método de trabajo que sea transparen­te, incluyente y costo-efectivo. Esta pieza es primordial para que el facilitado­r de la ONU no sea presa del centralism­o, el calendario electoral y los defensores del statu quo. Convendría, entonces, crear una atmósfera de confianza para los diferentes sectores, abrir el proceso a los catorce departamen­tos y avanzar a paso lento pero seguro.

Punto 5. Construir una plataforma tecnológic­a de informació­n y comunicaci­ón ciudadana en el proceso de construcci­ón de un acuerdo de nación. Este instrument­o debería ser administra­do por la sociedad civil –con el auspicio de la ONU– para que los ciudadanos puedan expresarse e interactua­r sin intermedia­ción partidaria o gubernamen­tal.

Conclusión: los ciudadanos y sus organizaci­ones deberían acercarse al facilitado­r de la ONU en El Salvador. Este paso es clave porque la ONU es una organizaci­ón interguber­namental, burocrátic­a y regida por normas y procedimie­ntos que han sido diseñados para apoyar a los gobiernos. Es decir, la ONU tiene limitacion­es para cooperar directamen­te con las organizaci­ones sociales. Consiguien­temente, la sociedad civil tendrá que entender tarde o temprano que la ONU carece de un infalible método de trabajo para construir participat­ivamente un nuevo pacto.

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