Elmercado Central,una bombade tiempo
La semana anterior visité el Mercado Central de San Salvador, una experiencia con muchos sentimientos encontrados, por una parte en los mercados se vive un contacto directo con el pueblo, las vendedoras con su coloquial lenguaje como el típico “qué va a querer, mi amor” mientras lo toman levemente del brazo para obligarlo a disminuir el paso y prestar atención a su venta; los gritos anunciando todo tipo de frutas, verduras, lácteos, ropa, etcétera, los “regateos” de los clientes pidiendo descuento y surge la negociación para llegar al famoso “vendaje” como ajuste de precio; no faltan los empujones de aquel que se queda parado en medio del pasillo y pasa el “cargador de bultos” apartándolo, olores de todo tipo, música variada casi por cada puesto, y las infaltables “malas palabras” como parte del lenguaje popular en muchos sectores. De repente pasados varios minutos pude comenzar a observar el entorno de las instalaciones y es imposible para alguien con conocimientos básicos en seguridad no poner atención sobre las debilidades, riesgos y amenazas de las instalaciones.
El mercado fue construido en la década de los sesenta y en la actualidad cuenta con diez edificios, con más de ocho mil personas comercializando en el interior y perímetro cercano. El mercado presenta una serie de daños y riesgos evidentes como: un techo de asbesto cemento que ha sido comprobado que provoca cáncer y desde la década de los años 2000 está prohibido su uso, tuberías colapsadas de aguas negras, deficiencia de agua potable, hidrantes que seguramente no tienen agua para casos de incendios, no hay un sistema básico para combatir inicios de fuego, no hay espacio para que ingresen motobombas en casos de emergencia, instalaciones eléctricas piratas, sobrecargas de tomacorrientes que provocan cortocircuitos, existe bloqueo de los accesos principales por todo tipo de obstáculos, puestos de cocina sin medidas básicas de seguridad, y ni hablar de la delincuencia, las instalaciones se encuentran divididas casi por la mitad donde operan las dos pandillas más reconocidas, quienes se han encargado de correr a los clientes por temor y a vendedores por el pago de extorsión. Durante el año anterior se generaron al menos quince homicidios en los diferentes sectores perimetrales del primer anillo.
El director del Cuerpo de Bomberos reporta al 30 de enero del presente año 371 incendios contra 193 del año 2016, de estos, sesenta y cuatro son incendios estructurales, un incremento del 36 %, siendo los mercados uno de los sectores donde se registran incrementos respecto a enero de 2016. El riesgo que corren estas más de ocho mil personas que conviven a diario en ese tipo de instalaciones es altísimo y convierten a este mercado en una verdadera BOMBA DE TIEMPO, si no ha ocurrido una desgracia es por misericordia de Dios. Este sistema de mercado está colapsado, ha fracasado desde décadas y en la actualidad la delincuencia, inseguridad, extorsiones, desorden, insalubridad, administran las instalaciones que únicamente favorecen a las mafias que allí operan. Ahora que se habla de asocios público-privados no estaría nada mal que consideren estas instalaciones antes que ocurra una desgracia de pérdidas humanas de gran magnitud.