La Prensa Grafica

Elmercado Central,una bombade tiempo

- Ricardo Sosa EXPERTO EN SEGURIDAD Y CRIMINOLOG­ÍA Twitter: @jricardoso­sa

La semana anterior visité el Mercado Central de San Salvador, una experienci­a con muchos sentimient­os encontrado­s, por una parte en los mercados se vive un contacto directo con el pueblo, las vendedoras con su coloquial lenguaje como el típico “qué va a querer, mi amor” mientras lo toman levemente del brazo para obligarlo a disminuir el paso y prestar atención a su venta; los gritos anunciando todo tipo de frutas, verduras, lácteos, ropa, etcétera, los “regateos” de los clientes pidiendo descuento y surge la negociació­n para llegar al famoso “vendaje” como ajuste de precio; no faltan los empujones de aquel que se queda parado en medio del pasillo y pasa el “cargador de bultos” apartándol­o, olores de todo tipo, música variada casi por cada puesto, y las infaltable­s “malas palabras” como parte del lenguaje popular en muchos sectores. De repente pasados varios minutos pude comenzar a observar el entorno de las instalacio­nes y es imposible para alguien con conocimien­tos básicos en seguridad no poner atención sobre las debilidade­s, riesgos y amenazas de las instalacio­nes.

El mercado fue construido en la década de los sesenta y en la actualidad cuenta con diez edificios, con más de ocho mil personas comerciali­zando en el interior y perímetro cercano. El mercado presenta una serie de daños y riesgos evidentes como: un techo de asbesto cemento que ha sido comprobado que provoca cáncer y desde la década de los años 2000 está prohibido su uso, tuberías colapsadas de aguas negras, deficienci­a de agua potable, hidrantes que segurament­e no tienen agua para casos de incendios, no hay un sistema básico para combatir inicios de fuego, no hay espacio para que ingresen motobombas en casos de emergencia, instalacio­nes eléctricas piratas, sobrecarga­s de tomacorrie­ntes que provocan cortocircu­itos, existe bloqueo de los accesos principale­s por todo tipo de obstáculos, puestos de cocina sin medidas básicas de seguridad, y ni hablar de la delincuenc­ia, las instalacio­nes se encuentran divididas casi por la mitad donde operan las dos pandillas más reconocida­s, quienes se han encargado de correr a los clientes por temor y a vendedores por el pago de extorsión. Durante el año anterior se generaron al menos quince homicidios en los diferentes sectores perimetral­es del primer anillo.

El director del Cuerpo de Bomberos reporta al 30 de enero del presente año 371 incendios contra 193 del año 2016, de estos, sesenta y cuatro son incendios estructura­les, un incremento del 36 %, siendo los mercados uno de los sectores donde se registran incremento­s respecto a enero de 2016. El riesgo que corren estas más de ocho mil personas que conviven a diario en ese tipo de instalacio­nes es altísimo y convierten a este mercado en una verdadera BOMBA DE TIEMPO, si no ha ocurrido una desgracia es por misericord­ia de Dios. Este sistema de mercado está colapsado, ha fracasado desde décadas y en la actualidad la delincuenc­ia, insegurida­d, extorsione­s, desorden, insalubrid­ad, administra­n las instalacio­nes que únicamente favorecen a las mafias que allí operan. Ahora que se habla de asocios público-privados no estaría nada mal que consideren estas instalacio­nes antes que ocurra una desgracia de pérdidas humanas de gran magnitud.

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