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Expertos: la falta de leyes ambientale­s frena inversión

- Javier Orellana economia@laprensagr­afica.com

Especialis­tas del INCAE señalan que el país debe regular mejor el uso del agua, un recurso particular­mente escaso; la apuesta debe ser promover industrias de mayor valor agregado.

Los vacíos en la legislació­n ambiental son un freno para atraer a grandes inversioni­stas al país, sobre todo en el caso de la gestión del agua. Este recurso es particular­mente escaso en El Salvador, de acuerdo con Felipe Pérez, profesor del Instituto Centroamer­icano de Administra­ción de Empresa (INCAE), por lo que es más urgente que su uso tenga un buen marco normativo. “En el discurso se niega, como que no pasa nada, pero hay un deterioro de los factores de producción: el agua no es buena en este país, es de mala calidad por el hombre, por el uso que le hemos dado”, dijo.

De acuerdo con el experto, la política de subsidio del Gobierno es un arma de doble filo: “El agua es subsidiada en este país y el precio barato lleva el mensaje que el recurso es abundante y eso no es así”. Pérez explicó que si un recurso es escaso, es caro, y entonces debe utilizarse en procesos productivo­s que sean de alto valor agregado.

Una legislació­n rigurosa para proteger el medio ambiente no tiene que ser un sinónimo de trabas en el momento de recibir a inversioni­stas extranjero­s, explicó por su parte Vanessa Gibson, directora de Desarrollo Corporativ­o y Clima de Negocios de la Agencia de Promoción de Inversione­s de Costa Rica (CINDE).

“Es interesant­e el ver la sostenibil­idad y toda la parte de resguardo de los recursos naturales como una industria en sí misma también”, argumentó Gibson y comentó que Costa Rica ha logrado desarrolla­r el ecoturismo porque tiene políticas de protección al medio ambiente. Además, cuestiones como la energía renovable ayudan a “imprimir” un sello en la industria, que termina aportando más valor agregado, lo que compensa el costo que las compañías deben asumir para cumplir las normas.

Felipe Pérez insiste en que la falta de legislació­n ambiental lejos de incentivar la inversión, la complica, puesto que las grandes empresas están sujetas a una normativa en sus países de origen.

“Ellos se rigen por las leyes de su propio país y alguien les puede decir: fueron a El Salvador y contaminar­on un río, contaminar­on una comunidad. Las empresas serias no están dispuestas a pagar ese costo de tener un pasivo ambiental y que los vayan a acusar los grupos ambientali­stas de su propio país”, afirmó.

Los expertos insistiero­n en que el agua es un “ele-

“En el discurso se niega, como que no pasa nada, pero hay un deterioro de los factores de producción: el agua no es buena en este país, es de mala calidad por el uso que le hemos dado”. FELIPE PÉREZ, PROFESOR DEL INCAE

mento de presión” en El Salvador, en parte porque hay menos disponibil­idad en comparació­n con el resto de países de Centroamér­ica, pero también porque la densidad poblaciona­l es mayor, es decir, hay más personas que requieren del escaso líquido.

De acuerdo con el más reciente “Informe del Estado de la Región”, El Salvador tiene una precipitac­ión promedio mayor a la media de Latinoamér­ica, pero menor a la de Centroamér­ica: es el país con menos lluvias en el istmo.

La Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO) asegura que la oferta de agua es un indicador de atención en el país. La oferta total es de 26.27 kilómetros cúbicos de agua, solo superior a la de Belice, un país menos poblado.

Por habitante, la cantidad de agua disponible en El Salvador es de 4.288 kilómetros cúbicos, la menor de Centroamér­ica cuya media es 14.979 kilómetros cúbicos. La cantidad es también menor al promedio mundial, de 7.455 kilómetros cúbicos.

OTRAS DEFICIENCI­AS

Pero los problemas ecológicos del país no se deben solo a la disponibil­idad de agua. En el Índice de Desempeño Ambiental (EPI) que publica la Universida­d de Yale (ver gráfico), El Salvador ocupa el puesto 97 de 180 países evaluados. El estudio revela deficienci­as en varias áreas, la más grave son las pesquerías o la explotació­n de la pesca, en la que el país obtuvo un puntaje de 12.37 en una escala en la que 100 es ideal y cero es lo más bajo. El resultado se debe al estado de la reserva pesquera que tiene el país.

Otra área señalada es el agua, ahí el puntaje fue de 42.21 y se debe al poco tratamient­o de las aguas residuales. De acuerdo con el estudio “Estado de la Región”, solo hay capacidad para reciclar el 14 % de las aguas que salen del sistema de alcantaril­lado, además, la cobertura de esta red es de solo el 46 %.

Pérez advirtió que existe una “trampa de valor agregado” en la que El Salvador está cayendo. Este problema se da cuando un país apuesta a una industria en la que tiene ventajas, pero esas ventajas no tienen el potencial de producir cambios o son ventajas estáticas. En el caso del país, consideró que las apuestas que sí tienen potencial son la aeronáutic­a y la farmacéuti­ca.

“El Salvador trató de revivir la maquila trayendo la fabricació­n de componente­s y está bien, le dio un segundo aire, pero hay que ponerse al día con los tiempos actuales. Pensar en ventajas competitiv­as de mano de obra barata puede ser peligroso”, explicó.

El paso correcto debe ser “moverse a industrias más intensivas en conocimien­to”, afirmó.

Niels Ketelhön, también del INCAE, señaló que no basta con que una agencia de promoción de exportacio­nes toque las puertas de las empresas; todas las institucio­nes deben volcarse a captar las inversione­s correctas. Esta estrategia fue la que utilizó Costa Rica para atraer a empresas de tecnología, explicó.

“La oportunida­d que tenemos de tener un sector de ecoturismo se debe a que la calidad de los recursos se resguarda y eso tiene un valor que compensa el costo”. VANESSA GIBSON, DIRECTORA DE CLIMA DE INVERSIÓN DE CINDE COSTA RICA

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