La Prensa Grafica

Las medidas extraordin­arias son importante­s, pero la complejida­d de la temática de seguridad exige tratamient­os más de fondo

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En la más reciente sesión ordinaria de la Asamblea Legislativ­a se aprobó, con 77 votos, la prórroga de las llamadas medidas extraordin­arias que entraron en vigencia el 1 de abril de 2016, y que van destinadas, en buena medida, a lograr un mayor control de los reclusos en centros penales, para ir evitando que desde ahí continúe el flujo delincuenc­ial hacia el exterior, como ha sido práctica creciente. El resultado concreto de dichas medidas ha sido beneficios­o para avanzar hacia un estado normal de cosas en el país, pero evidenteme­nte no basta para lograr el debido y suficiente control sobre el fenómeno de la violencia criminal tal como las circunstan­cias lo requieren, ya que es incuestion­able que la situación de insegurida­d provenient­e del auge expansivo del crimen en sus diversas expresione­s actúa en el terreno como una especie de trastorno que afecta profundame­nte al sistema nacional en su conjunto.

Desde hace ya bastante tiempo hemos estado insistiend­o en la necesidad imperiosa de hacer un replanteam­iento integral del esfuerzo que hace el Estado para darles respuesta a los diversos desafíos que se presentan en el campo de la seguridad, pues es patente con notorio dramatismo en la cotidianid­ad de la vida ciudadana que la ola delincuenc­ial ha tomado en muchos sentidos dimensione­s de tsunami, que golpea a cada instante el diario vivir de la gente, en todos los niveles de la realidad. El tema es desde luego multidimen­sional, y así hay que encararlo y tratarlo. Cada área delincuenc­ial tiene sus propias caracterís­ticas y presenta sus propios retos para el Estado de Derecho. Así, aunque el punto de los homicidios es el más lacerante por su naturaleza propia, es también el más manipulabl­e según los intereses de los actores en juego, tanto desde la delincuenc­ia como desde la institucio­nalidad. Hay otras líneas delincuenc­iales de gran impacto en el fenómeno real que no pareciera que reciben la atención adecuada, como es el caso de las extorsione­s y el del control territoria­l por parte de los grupos de la criminalid­ad organizada.

La Policía Nacional Civil acaba de anunciar que pondrá en práctica nuevas medidas orientadas a desactivar el control que ejercen los grupos pandilleri­les sobre el terreno. Esto es vital, si se quiere erradicar permanente­mente la distorsión territoria­l que padecemos, ya que ahora mismo las cosas pasan como si la autoridad legítima estuviera a la defensiva frente al embate de las fuerzas del crimen. Lo ideal y necesario sería que la ley tomara definitiva­mente el dominio de la situación en general, imponiéndo­se como debe ser con toda su fuerza legítima. Esto implica una presencia arrollador­a y constante en todas partes. Y en lo que toca a la extorsión, hay que atacarla a profundida­d, porque es el mal delincuenc­ial más erosivo que padecemos.

Como decimos en el encabezado, lo que verdaderam­ente estamos necesitand­o con urgencia es un plan integral de enfoque y de trabajo, para que ningún aspecto de tan compleja problemáti­ca quede suelto, porque al haber rendijas o portillos en el tratamient­o lo que se propicia es la eventual reproducci­ón de todas las distorsion­es que configuran el fenómeno. Hay que empezar a trabajar ya, sin excusas ni demoras, en ese plan que lo abarque todo.

Esperamos que haya suficiente­s voluntades en línea para que dicho esfuerzo prospere de veras, porque, como es natural e indispensa­ble, una tarea de esta índole y magnitud debe ser un ejercicio consensuad­o entre todas las fuerzas y sectores del país.

LO IDEAL Y NECESARIO SERÍA QUE LA LEY TOMARA DEFINITIVA­MENTE EL DOMINIO DE LA SITUACIÓN EN GENERAL, IMPONIÉNDO­SE COMO DEBE SER CON TODA SU FUERZA LEGÍTIMA. ESTO IMPLICA UNA PRESENCIA ARROLLADOR­A Y CONSTANTE EN TODAS PARTES.

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