Sin importar la causa, el comportamiento violento de tus hijos no puede ser pasado por alto. Los expertos explican qué hacer.
En menores de tres años, el comportamiento agresivo suele ser una reacción ante la imposibilidad de expresar con palabras la emoción y no poder postergar los deseos. Que un niño golpeé o muerda a su madre, o que una niña le pegue a su compañero de clase por tomar uno de sus juguetes o tire la puerta de su cuarto son comportamientos agresivos.
El ejemplo de sus padres y la dinámica familiar influyen mucho en el desarrollo de esta conducta, como el tipo de disciplina aplicada a los hijos, el estilo de crianza inadecuado (autoritario y severo o permisivo y demasiado indulgente), la relación tensa entre los padres, un ambiente de rechazo o la falta de conexión emocional con los progenitores.
Cualquiera sea la causa de la agresividad infantil, es fundamental intervenir siempre que se dé, a fin de evitar que se instaure como hábito o se transforme en conductas insociales en el futuro.
Los especialistas consultados para este artículo coinciden en afirmar que ninguna agresión puede ser pasada por alto. Proponen actuar con mucha calma, paciencia y firmeza para mostrarle al niño que está causando daño y que no está permitido lastimar ni ser vulnerado en casa ni en ningún otro lugar.
Aquí presentamos seis consejos a tener en cuenta para corregir la agresividad infantil con amor: