La Prensa Grafica

Guatemala no duerme y empieza a velar a las víctimas

- Acan-efe mundo@laprensagr­afica.com

Los cadáveres que ya han sido entregados a familiares ya han podido ser velados. Todos son hogares de escasos recursos.

Harta de su “mal comportami­ento”, Mareleyn, una joven de 15 años de mirada dulce y una sonrisa tímida, pero tierna, decidió dejar su casa y recluirse de “forma voluntaria” en un refugio. Un juez la envió al Hogar Virgen de la Asunción, el “hogar seguro” en el que murieron calcinadas 37 niñas. Ella, una de las que ha perdido la voz, recibe el último adiós de su familia.

Cuando María Antonia empezó a escuchar los primeros rumores de una tragedia en el centro de menores donde estaba recluida su nieta, el cielo se le cayó encima. Apenas había salido el sol cuando la mujer, de 73 años y acompañada por sus dos hijas, puso rumbo al refugio. Casi con lo puesto.

La niña llevaba tres meses en el centro. Cuando tenía tres años, cuenta su tía Isabel, su madre falleció asesinada por no pagar una extorsión que le exigían a la familia, comerciant­es de ropa de casa y zapatos usados en un popular mercado de la capital. Desde entonces su abuela la cuidaba, al igual que a su hermana, de 12 años.

Mareleyn Patricia, una chica risueña a la que le encantaba bailar reguetón, era “rebelde”. Ella misma pidió a un juez “que ya no quería estar en la calle”, quería redimirse y cambiar su mala conducta, pues, según su abuela, no ayudaba en casa y no obedecía.

No saben lo que pasó el miércoles, cuando un incendio, que supuestame­nte iniciaron las mismas muchachas para protestar por las agresiones físicas, sexuales y verbales que padecían de forma continuada, arrasó con más de tres

decenas de vidas, mientras una veintena lucha por vencer a la muerte.

Pero sí conocen lo que su pequeña les contó. “Fíjese que cómo nos pegan mamá. Nos tratan mal”, recuerda su abuela frente a su vivienda, una pequeña casa azul de un nivel en la que decenas de familiares y vecinos velan los restos de la muchacha, en la colonia 4 de Febrero, una de las zonas más pobres.

Las niñas estaban bajo llave cuando las llamas se propagaron.

 ??  ?? Despedida. La madre de Rosa Espino despidió a su pequeña entre llantos y gritos desgarrado­res mientras exigía justicia.
Despedida. La madre de Rosa Espino despidió a su pequeña entre llantos y gritos desgarrado­res mientras exigía justicia.

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