Eunucos,no
Mentes inteligentes aún florecen en la sociedad cuscatleca, jóvenes que quieren una primavera para el país, recuperar el espacio para caminar y ser. Muchas de ellas se aglomeran en las universidades, disfrutando la fortuna de conocerse. Otras esperan una oportunidad de empleo; sin ella, no habrá estudio ni futuro posible, solo supervivencia. Demasiadas de ellas languidecen en un barrio sin mayor oportunidad que la del subempleo o la pandilla.
Toda esa juventud, patrimonio inalienable de El Salvador, figura de modo colateral en la agenda gubernamental. Asignatura imperdible de nuestros actuales cuadros políticos es garantizarle un futuro a esos ciudadanos a través de una mayor inversión en educación y de mejores oportunidades de primer empleo. Concentrar la discusión nacional en si los contribuyentes debemos o no pagarle la liposucción a esta diputada, o en si nuestra pensión debe ocuparse para costear los viajes de Sigfrido o las biblias de Gallegos, es perder un tiempo que no tenemos. El futuro está a la vuelta y es gente que necesita herramientas para aprender y producir.
Por esa metódica falta de respeto del “establishment” político a los jóvenes salvadoreños es que, con sorpresa, descubrimos por estos días que algunos de estos compatriotas del nuevo milenio también deambulan, huérfanos de apoyo, en ARENA y en el FMLN.
Las personas de las que hablo nacieron y crecieron con los gobiernos democráticos posteriores a la guerra; para ellos, pues, la alternancia en el poder es natural, no un resultado de la dialéctica histórica de nuestra nación. Guerrilleros y militares no son sino ignotos personajes de sus libros de texto, y los políticos actuales solo actores infelices de un presente incompleto y perfectible.
En resumen, que para ellos Shafick es tan cercano como los próceres, y d'aubuisson es un redondel.
Son capaces, son jóvenes, son críticos y la mayoría de ellos aman a su país. Confían en que convertirán a El Salvador en un mejor lugar para vivir. Lo anhelan porque quieren vivir en su tierra como antes lo hicieron sus abuelos y sus padres. Pero con menos odio.
Por eso es surrealista que gente de tal calidad aún se adscriba a estos partidos políticos. Y por “estos” me refiero niñas sobre el poder del no.
Las cifras de abuso en menores de edad son alarmantes en este país, así como los embarazos en adolescentes.
Hace algunos meses, una representante de un organismo internacional tocaba este tema y decía que un embarazo adolescente aumentaba las posibilidades de vivir bajo la línea de la pobreza.
Hablábamos de si era necesario explicar más de métodos anticonceptivos, si era necesario hablar más del abuso, del cuerpo, de la intimidad. Y aunque ella coincidía con todo esto, también comentaba que en nuestra sociedad uno de los grandes problemas es que las niñas crecen con baja autoestima, queriendo sentirse amadas, y esa carrera por ser aceptadas les anula completamente el poder del no.
No se sienten en el derecho de negar una caricia o rechazar una palabra aunque les resulte incómoda. A veces, incluso, no pueden negarse a una relación sexual aunque sepan que no está bien y tampoco se cuidan porque tienen miedo de exigirlo.
Bajo la premisa de ser queridas o aceptadas, ceden ante situaciones con las que no están cómodas.
Mucho del empoderamiento debería venir del hogar, pero también contamos con una sociedad con familias rotas, que orientan poco.
Hace falta hablar más sobre lo que ocurre, sobre los riesgos y sobre los a su naturaleza, a su diseño, a su inspiración, no a su contenido. ARENA y FMLN responden a la misma pretensión sectaria, a la misma visión de una sociedad dividida en la que solo caben los iguales, a la misma aspiración de aniquilar la disidencia no solo en el metro cuadrado en el que conviven los correligionarios sino en los 21,000 kilómetros del territorio.
Que en uno de ellos quepa toda la falange franquista, se haga quema de Bocaccio y se prohíban los discos de Pink Floyd, o que en el otro partido le sigan creyendo la misa a Medardo ya son las miserias propias de cada quien, mera anécdota, el yin y el yan del mismo circo intolerante.
Me da pena que estos cipotes pierdan su tiempo de ese modo, pero me consuela creer que estas personas fabulosas solo atraviesan una etapa de su aprendizaje: conocer y detestar el modo salvadoreño de hacer política.
Confío en que la vida me permitirá ver al menos el inicio del fin de la partidocracia en El Salvador. Antes, esta juventud prometedora, educada de modo tan ecléctico y desordenado pero a la vez desenfadado y contemporáneo, debe pasar de largo de estos cumbos de mediocridad, y fortalecer la ciudadanía con movimientos civiles vigorosos, llenos de las hormonas de la libertad, no eunucos de los viejos poderes. derechos de cada una de ellas.
En la media en que nuestras niñas reconozcan derechos para sí mismas serán capaces de elegir, de denunciar, de avanzar por el camino que quieran.
Pero para eso hace falta que como sociedad creemos espacios de mayores oportunidades para ellas. Aún es cierto que las niñas dejan con más frecuencia sus estudios, comparadas con los niños, sobre todo en el interior del país. Y esta fuga es la que hay que parar. Para que haya más mujeres en puestos con poder de decisión no solo hacen falta cuotas, sino que preparemos a más mujeres para ocupar cargos de relevancia debido a sus habilidades, talentos, experiencias. Sin embargo, en países como el nuestro se hace más difícil porque las niñas tienen menos espacios de crecimiento académico. Nos hace falta trabajar en eso para que las condiciones de educación y empoderamiento sean iguales para niños y niñas y esto permita cambios realmente relevantes en nuestros países.
Si tiene a una niña cerca, trabaje en su autoestima, apoye su educación, fortalezca su poder de decisión, enséñele cómo exigir sus derechos, háblele con honestidad de los muros que tendrá que saltar y de los riesgos que deberá enfrentar. Si desde pequeña la convence de que es capaz de ser y hacer todo lo que se proponga, no habrá poder humano que la detenga.
P. D. Gracias, mamá.