Agenda ajena
El Estado salvadoreño tiene poca capacidad de influencia a nivel internacional. Al contrario, la población salvadoreña es una gran receptora de ideas, prácticas y movimientos foráneos. Este fenómeno se agudiza en la medida que el país depende cada vez más de préstamos externos y de la cooperación internacional. Hoy en día y luego de percatarse de las fantasías ideológicas, un alto porcentaje de connacionales está consciente de la falla del neoliberalismo, del ocaso del castrismo en Cuba y del desacierto del “socialismo del siglo XXI”. Por otra parte, la insolvencia financiera obliga al gobierno central a acordar un ajuste fiscal con el FMI. Adicionalmente, el avance del crimen organizado a nivel regional (y la corrupción que le acompaña) ha hecho que EUA desarrolle un plan mesoamericano de seguridad y encauce su ayuda en esa dirección. En síntesis, El Salvador no tiene agenda propia.
En este contexto y dado el auge mundial del neonacionalismo (corriente antiinmigrante), es imperativo que los ciudadanos tengan un papel más activo en las políticas públicas. Es una simpleza continuar planteando que el libreto de las cúpulas partidarias refleja o expresa las prioridades de los gobernados. Una vía democrática para construir una agenda nacional es activando la participación de la sociedad civil y el círculo académico. A continuación se plantean cinco acciones para avanzar en esa dirección y se menciona a un conjunto de organizaciones –a manera de ejemplo– que podrían ayudar a ponerlas en marcha (independientemente del calendario electoral y de las aspiraciones partidarias en 2018 y 2019).
Acción 1. Hacer que el rescate de la escuela pública sea la prioridad dominante. FEPADE y UES podrían liderar la discusión sobre la gestión pedagógica y los compromisos presupuestarios para implementar una estrategia operativa para dicho propósito, en el marco del Plan Nacional de Educación.
Acción 2. Crear un observatorio ciudadano para sistematizar la facilitación de la ONU para construir Acuerdos de Nación. FUNDE y UCA podrían firmar y coordinar la puesta en marcha de una Carta de Entendimiento con la Presidencia de la República y la ONU, para cumplir esta tarea.
Acción 3. Desarrollar una plataforma informativa e interactiva con la comunidad internacional para registrar y monitorear los proyectos de la cooperación externa (bilateral y multilateral) que apoyen los Acuerdos de Nación. FUSADES y UFG podrían asumir la administración de este mecanismo.
Acción 4. Contribuir a dinamizar las economías locales. ACDMYPE, CCIES y COMURES podrían sumar esfuerzos para mejorar la red de apoyo a emprendedores, trabajadores por cuenta propia y micro y pequeñas empresas en los catorce departamentos.
Acción 5. Crear espacios y programas independientes de opinión pública sobre las cuatro acciones anteriores. APES y UTEC podrían gestionar los acuerdos y patrocinios requeridos para que participen diferentes medios de comunicación (tradicionales y alternativos) durante cinco años.
Conclusión: El Salvador cuenta con el capital social requerido para salir adelante. El período 2017-2019 es propicio para que la ciudadanía alce su voz constructivamente. Consiguientemente y para evitar que la facilitación de la ONU se convierta en un “tanque de oxígeno” para los gobernantes, es conveniente que la sociedad civil y el círculo académico sean proactivos y aviven la implementación de una agenda nacional. De lo contrario, El Salvador seguirá siendo gobernado con una agenda ajena y cortoplacista.