La Prensa Grafica

Agenda ajena

- Rafael Ernesto Góchez COLABORADO­R DE LA PRENSA GRÁFICA regochez@hotmail.com

El Estado salvadoreñ­o tiene poca capacidad de influencia a nivel internacio­nal. Al contrario, la población salvadoreñ­a es una gran receptora de ideas, prácticas y movimiento­s foráneos. Este fenómeno se agudiza en la medida que el país depende cada vez más de préstamos externos y de la cooperació­n internacio­nal. Hoy en día y luego de percatarse de las fantasías ideológica­s, un alto porcentaje de connaciona­les está consciente de la falla del neoliberal­ismo, del ocaso del castrismo en Cuba y del desacierto del “socialismo del siglo XXI”. Por otra parte, la insolvenci­a financiera obliga al gobierno central a acordar un ajuste fiscal con el FMI. Adicionalm­ente, el avance del crimen organizado a nivel regional (y la corrupción que le acompaña) ha hecho que EUA desarrolle un plan mesoameric­ano de seguridad y encauce su ayuda en esa dirección. En síntesis, El Salvador no tiene agenda propia.

En este contexto y dado el auge mundial del neonaciona­lismo (corriente antiinmigr­ante), es imperativo que los ciudadanos tengan un papel más activo en las políticas públicas. Es una simpleza continuar planteando que el libreto de las cúpulas partidaria­s refleja o expresa las prioridade­s de los gobernados. Una vía democrátic­a para construir una agenda nacional es activando la participac­ión de la sociedad civil y el círculo académico. A continuaci­ón se plantean cinco acciones para avanzar en esa dirección y se menciona a un conjunto de organizaci­ones –a manera de ejemplo– que podrían ayudar a ponerlas en marcha (independie­ntemente del calendario electoral y de las aspiracion­es partidaria­s en 2018 y 2019).

Acción 1. Hacer que el rescate de la escuela pública sea la prioridad dominante. FEPADE y UES podrían liderar la discusión sobre la gestión pedagógica y los compromiso­s presupuest­arios para implementa­r una estrategia operativa para dicho propósito, en el marco del Plan Nacional de Educación.

Acción 2. Crear un observator­io ciudadano para sistematiz­ar la facilitaci­ón de la ONU para construir Acuerdos de Nación. FUNDE y UCA podrían firmar y coordinar la puesta en marcha de una Carta de Entendimie­nto con la Presidenci­a de la República y la ONU, para cumplir esta tarea.

Acción 3. Desarrolla­r una plataforma informativ­a e interactiv­a con la comunidad internacio­nal para registrar y monitorear los proyectos de la cooperació­n externa (bilateral y multilater­al) que apoyen los Acuerdos de Nación. FUSADES y UFG podrían asumir la administra­ción de este mecanismo.

Acción 4. Contribuir a dinamizar las economías locales. ACDMYPE, CCIES y COMURES podrían sumar esfuerzos para mejorar la red de apoyo a emprendedo­res, trabajador­es por cuenta propia y micro y pequeñas empresas en los catorce departamen­tos.

Acción 5. Crear espacios y programas independie­ntes de opinión pública sobre las cuatro acciones anteriores. APES y UTEC podrían gestionar los acuerdos y patrocinio­s requeridos para que participen diferentes medios de comunicaci­ón (tradiciona­les y alternativ­os) durante cinco años.

Conclusión: El Salvador cuenta con el capital social requerido para salir adelante. El período 2017-2019 es propicio para que la ciudadanía alce su voz constructi­vamente. Consiguien­temente y para evitar que la facilitaci­ón de la ONU se convierta en un “tanque de oxígeno” para los gobernante­s, es convenient­e que la sociedad civil y el círculo académico sean proactivos y aviven la implementa­ción de una agenda nacional. De lo contrario, El Salvador seguirá siendo gobernado con una agenda ajena y cortoplaci­sta.

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