C. A. anestesiada ante la lacra de rachas violentas
En El Salvador murieron asesinadas 81 personas por cada 100,000 habitantes en 2016; cifras similares a las de Guatemala y Honduras.
La evidente frialdad con que se ha recibido en Guatemala la escalofriante muerte de 40 niñas, quemadas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, muestra la realidad de unas sociedades anestesiadas ante una violencia que las instituciones parecen incapaces de atajar. No es el único caso. De manera casi simultánea, en El Salvador fallecieron 16 personas en apenas 24 horas, cuatro de ellas mujeres, una embarazada, en dos tiroteos con pandilleros como protagonistas.
Que uno de esos enfrentamientos se produjera en plena zona comercial, en el centro de la capital, agudiza el impacto de que no haya más reacción que las declaraciones de los responsables policiales.
Al día siguiente de la tragedia guatemalteca la prensa del país, un reflejo de la sociedad, daba casi la misma relevancia que a la tragedia la victoria del Barcelona FC ante el París St. Germain en la Champions europea.
El Gobierno de Jimmy Morales ha limitado la exigencia de responsabilidades políticas por el momento en tres altos cargos, el extitular de la Secretaría de Bienestar Social, Carlos Antonio Rodas Mejía; la subsecretaria, Anahí Kellar, y el director del centro de acogida, Santos Torres. Los tres fueron detenidos.
Pero tuvieron que morir 40 niñas para que las instituciones tomarán medidas en un “hogar seguro” en el que se hacinaban 780 menores, aunque su capacidad es de 400, pese a las decenas de denuncias por agresiones sexuales y malos tratos.
El fenómeno de la indiferencia es tal que en El Salvador causó más impacto mediático la muerte de un hipopótamo, atribuida inicialmente a la supuesta agresión de unos desconocidos, aunque luego se desveló que falleció por enfermedad, que el sistemático goteo de víctimas mortales a manos de unos pandilleros que operan con abierta impunidad en sus zonas de influencia.
Los asesinatos, extorsiones, secuestros, violaciones y malos tratos se suceden por decenas a diario en Honduras, Guatemala y El Salvador. Muchas veces enmascarados en las estadísticas.
Cada día en Guatemala mueren asesinados dos niños, 40 se quedan huérfanos como consecuencia de la violencia, 31 sufren maltrato y 23 son víctimas de abusos sexuales. De la indiferencia no se libran tampoco países con menos incidencia como Panamá.