La Prensa Grafica

Elcurrícul­um delpreside­nte ylaescuela Normal

- Francisco Rafael Guerrero ABOGADO Y PROFESOR DE DERECHO doctor.francisgue­rrero@gmail.com

Hoy que se ha hecho pública la Hoja de Vida del presidente de la República en acatamient­o a la resolución del Instituto de Acceso a la Informació­n Pública, deseo contribuir en algo tratando de ubicar en su exacto significad­o algunos aspectos detallados en la misma. Por ejemplo, dentro del Rom. II. Formación Académica, en el tercer párrafo, se menciona Educación Superior Escuela Normal Alberto Masferrer, San Salvador, 1960-1962 (sic).

Considero que el término “Superiores” no es el adecuado por tres razones: 1.ª La Ley de Educación Superior define ahora las carreras y grados académicos considerad­os como superiores. 2.ª La normativa vigente en aquella época denominaba oficialmen­te al tiempo de estudio en las escuelas normales como Primer Año Profesiona­l, Segundo Año Profesiona­l y Tercer Año Profesiona­l. 3.ª Para estudios más elevados de especializ­ación existía la Escuela Normal Superior, centro de gran calidad y prestigio. Por ello sugiero, en mi calidad de ciudadano, que se sustituya la palabra “Superiores” por “Profesiona­les”.

No obstante, dentro de la realidad actual, por lo único aceptable que podría considerar­se la palabra “superiores” como fue colocado en el portal de la Presidenci­a sería comparándo­los con los estudios pedagógico­s que ofrecen ahora las universida­des e institutos, los cuales son sumamente deficiente­s y se expresan como muestra en los graves errores ortográfic­os y de redacción de muchos docentes.

En la Escuela Normal “Alberto Masferrer” recibimos una educación integral, pues vivíamos internos dentro de una gran casona, algo similar a la Escuela Militar y a la Escuela Nacional de Agricultur­a, recibiendo beca completa que comprendía estudios, alojamient­o, alimentaci­ón, aseo de ropa, peluquería y atención médica. Se practicaba mucho deporte y se motivaba a la lectura, a las artes y a las ciencias. A los de Primer Año se les designaba coloquialm­ente como “reclutas”, “alumnos” a los de Segundo y “profesores” a los de Tercero.

Ingresábam­os como becarios de primer año noventa alumnos provenient­es de distintos lugares del país, resultado de un examen previo de conocimien­tos y entrevista, que luego éramos repartidos en tres secciones de treinta, aunque recién iniciadas las clases eran agregados unos poquitos llamados “alumnos externos”, sea por residir en la capital o por otros motivos.

Estudié en la “Normal Masferrer” como interno durante los años 1958 a 1960 y cuando estábamos por finalizar el Tercero, próximos a someternos a los exámenes privados, científico y pedagógico, ocurrieron en el país una serie de movilizaci­ones sociales reprimidas por los cuerpos de seguridad de entonces, agrediendo al rector de la Universida­d, Dr. Napoleón Rodríguez Ruiz, y encarcelan­do a profesiona­les y estudiante­s, por lo que los titulares del Ministerio de Cultura, Dr. Mauricio Guzmán y Br. Jorge Lardé y Larín, ordenaron la finalizaci­ón del año lectivo en todo el país, enviándono­s a nuestras casas. Las autoridade­s principale­s de nuestra Normal eran entonces los maestros Eustasio Antonio Nolasco, director; Raúl Humberto Ramos, subdirecto­r; y Luis Napoleón Torres, orientador (inspector) general. A los pocos días ocurrió el golpe de Estado que derrocó al presidente José María Lemus y se instaló una Junta de Gobierno integrada por civiles, doctores Fabio Castillo Figueroa, René Fortín Magaña y Ricardo Falla Cáceres; y militares, coroneles César Yánez Urías, Miguel Angel Castillo y mayor Manuel Antonio Rosales, tomando como una de sus primeras medidas la derogación del estado de sitio.

Nos llamaron en enero siguiente para realizar nuestros exámenes privados y pocos meses más tarde, siendo ministro de Educación el Dr. Hugo Lindo, nos entregaron nuestros títulos de Maestro de Educación Primaria Urbana, enterándom­e que tal calificati­vo fue cambiado poco tiempo después por el de Profesor.

En noviembre de 2010 celebramos el aniversari­o de oro de nuestra promoción y dejamos como recuerdo un libro cargado de historia y anécdotas compilado por Baltazar Díaz, el cual mereció elogiosos comentario­s del pedagogo y columnista de este periódico Óscar Picardo Joao.

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