La Prensa Grafica

El fortalecim­iento institucio­nal, sobre todo en las áreas más decisivas para la salvaguard­a del Estado de Derecho, es clave en el avance democrátic­o

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La discusión que se ha dado en la Asamblea Legislativ­a en referencia al destino de los fondos provenient­es de la contribuci­ón especial aplicada a las telecomuni­caciones y a los grandes contribuye­ntes es una muestra más de que ni siquiera los acuerdos más específico­s y puntuales pueden ser alcanzados en forma natural y fluida. En este caso, la distribuci­ón institucio­nal de los 11,325,000 dólares recaudados ha estado, como siempre, contaminad­a de virus pasionales, según se demuestra en la resistenci­a gubernamen­tal a darle un porcentaje serio a la Fiscalía General de la República, que por su actual desempeño despierta rechazos y genera ataques desde importante­s áreas del poder.

Desde que entramos en esta fase de modernizac­ión institucio­nal dentro del marco de la democracia que se ha venido desarrolla­ndo en la posguerra, la presencia y la incidencia del Estado de Derecho se hace cada vez más notoria. Y en los tiempos recientes, el accionar de algunas institucio­nes claves al respecto pone de relieve que vamos avanzando en la línea correcta, aunque por supuesto con las limitacion­es y los obstáculos que son esperables cuando se viene de una larga época en que la ley tuvo muy poco efecto real, sobre todo en los diversos ámbitos donde se mueve la política.

Tal avance institucio­nal es reconocido tanto interna como externamen­te, y lo que a la nación y a la ciudadanía les conviene es que dicho avance no sólo se mantenga sino que se profundice y se vaya perfeccion­ando de manera progresiva y segura. Esto implica hacer que en los hechos las institucio­nes más directamen­te involucrad­as, como por ejemplo la Fiscalía General de la República y la Policía Nacional Civil, reciban los apoyos estructura­les que son indispensa­bles para garantizar el adecuado y suficiente funcionami­ento y a la vez contar con ejercicios internos permanen- tes de depuración y de descontami­nación.

En el tema prioritari­o de la investigac­ión, tanto la Policía como la Fiscalía deben estar permanente­mente al día, porque la criminalid­ad se recicla sin cesar y la imaginació­n criminal nunca se detiene. Recuérdese que según el mandato constituci­onal a la Fiscalía le correspond­e “dirigir la investigac­ión del delito con la colaboraci­ón de la Policía Nacional Civil en la forma que determine la ley”. Al ser así, es obligación del Estado proveer a ambos entes de todo lo que se requiera para responder al reto que sus atribucion­es traen consigo, lo cual es determinan­te para que la situación nacional en su conjunto se pueda mantener bajo control. El otorgamien­to oportuno de los recursos apropiados para que la labor pueda ser cumplida a cabalidad y a plenitud es factor decisivo en todo momento.

Sobre todo en puntos como éste, el servicio al bien común tiene que estar por encima de cualquier diferencia, aun las más enconadas en el plano político. La madurez básica exige que la institucio­nalidad se respete a sí misma, independie­ntemente de toda considerac­ión que responda a intereses de grupo o de sector.

Si no se quiere que aparezcan entes internacio­nales para hacer el trabajo de los entes nacionales, como sería una CICIES o alguna otra versión de la misma, hay que apoyar y consolidar el trabajo que ya se ha emprendido en el país, a fin de impulsar la ejemplarid­ad desde adentro.

SI NO SE QUIERE QUE APAREZCAN ENTES INTERNACIO­NALES PARA HACER EL TRABAJO DE LOS ENTES NACIONALES, COMO SERÍA UNA CICIES O ALGUNA OTRA VERSIÓN DE LA MISMA, HAY QUE APOYAR Y CONSOLIDAR EL TRABAJO QUE YA SE HA EMPRENDIDO EN EL PAÍS, A FIN DE IMPULSAR LA EJEMPLARID­AD DESDE ADENTRO.

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