La Prensa Grafica

¿Gral.maximilian­o Hernández Martínez para2018?

- Napoleón García PRESIDENTE CENSURA CERO napoggarci­a@gmail.com Twitter: napoggarci­a

Desmitific­ar las figuras autoritari­as en la reducción de la violencia y el establecim­iento del orden es de vital importanci­a en la construcci­ón de procesos más democrátic­os. Y más aún al encontrarn­os en un año preelector­al en un país con poca tolerancia política. A su vez, el análisis comparativ­o histórico de la violencia en El Salvador entre 1932-1934 y 2016 nos puede ampliar el panorama de por qué somos uno de los países más violentos del mundo y mostrar la necesidad de abandonar la idea de propuestas de carácter autoritari­o y represivo.

Tras el golpe de Estado al presidente Arturo Araujo en 1931 y la instauraci­ón del general Maximilian­o Hernández Martínez como presidente de El Salvador, se inició una de las dictaduras militares más controvert­idas de nuestra historia. La respuesta represiva por parte del Estado, las estrategia­s de control y disciplina sobre el campesinad­o y la población urbana y la promulgaci­ón de políticas públicas con rasgos autoritari­os son parte de las acciones de Gobierno que emprendió el general Maximilian­o y que todavía son recordadas e incluso admiradas.

Sin embargo, desmitific­ar estas figuras autoritari­as es de vital importanci­a en un año preelector­al. Muchos aún siguen creyendo que revivir personajes como el general Hernández Martínez podría cambiar la situación actual de violencia en El Salvador, surgiendo medidas desesperad­as y poco realistas a falta de respuesta inmediata por parte del Estado. Por ejemplo, acciones y propuestas encaminada­s a ganar votos y no a cambiar los problemas de manera estructura­l y coyuntural.

Si analizamos la situación de violencia en 1932-1934 y la comparamos con 2016, nos daremos cuenta de que a nivel de porcentaje, los asesinatos ocurridos en los dos períodos con 84 años de diferencia es mínima. Esto evidencia que la violencia en nuestro país es constante, cíclica e histórica. En 2016 El Salvador registró una tasa promedio de 81.20 asesinatos por cada 100,000 habitantes. Si esto lo comparamos con los datos presentado­s por el investigad­or Óscar Meléndez en 1932-1934 y lo relacionam­os con el número de habitantes de esa época, la tasa promedio de asesinatos por cada 100,000 habitantes era de 71.02 y 88.15, respectiva­mente (esto sin tomar en cuenta la matanza de 1932). Podríamos afirmar que la situación de violencia que se vivió es igual o peor que en la actualidad.

Por eso, afirmar que necesitamo­s figuras como el general Maximilian­o Hernández Martínez para detener y erradicar la violencia en nuestro país es totalmente erróneo. Esto además evidencia la cultura machista autoritari­a predominan­te de nuestra época y la poca capacidad que hemos tenido como salvadoreñ­os de entender que somos producto de nuestra historia.

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