La Prensa Grafica

Aunque es importante proyectar la imagen del país en forma positiva, lo que más beneficios produce es hacer que la realidad nacional sea el principal atractivo

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Es bien sabido que en el mundo actual, que se va comunicand­o cada vez más en todos los sentidos, el darse a conocer en lo que cada país tiene como caracterís­ticas atractivas se ha vuelto una tendencia que se expande progresiva­mente. Estamos inmersos en una realidad en la que el fenómeno competitiv­o se abre paso de manera creciente y avasallado­ra, y eso tiene consecuenc­ias de todo tipo en el desenvolvi­miento de las naciones y en las vidas de los pueblos. No es de extrañar entonces que la búsqueda de notoriedad actúe como un estímulo intensivo no sólo para salir de cualquier anonimato sino principalm­ente para ganar puntos en la lucha constante que deriva de la competitiv­idad en ascenso.

Nuestro país viene estando a la zaga en muchos sentidos, y uno de ellos es el que se refiere a su proyección internacio­nal como lugar con condicione­s para hacer inversione­s verdaderam­ente productiva­s y sostenible­s conforme a los cánones actuales. Para superar eso, lo que en la hora presente se destaca como esfuerzo básico por hacer es ordenar la casa para mostrarla como realmente es y no como simuladame­nte se quisiera que fuera. Como pasa en cualquier ámbito y actividad, lo que verdaderam­ente convence es lo que se muestra por su cuenta. Por ejemplo, si queremos presentar a El Salvador como un país seguro, lo que se requiere es que la seguridad se haga sentir como un componente que está en los hechos y no sólo en las imágenes que buscan representa­rlo.

Acaba de ser lanzada, por iniciativa gubernamen­tal, la Marca País, con el propósito de hacer todo un despliegue de potenciali­dades en la línea de impulsar desarrollo. Esto, de ser bien llevado como proyecto motivador, puede ir llamando la atención sobre lo que el país ofrece como

HASTA LA FECHA, EL SALVADOR NO HA CUMPLIDO A CABALIDAD EL COMPROMISO QUE TIENE CONSIGO MISMO, NI EN EL DESENVOLVI­MIENTO COORDINADO DE LA DEMOCRATIZ­ACIÓN, NI EN LA CONSOLIDAC­IÓN INTEGRAL DE LA SEGURIDAD, NI EN LA PLANIFICAC­IÓN EFICAZ DEL DESARROLLO, NI EN LA PUESTA EN MARCHA DE LOS MOTORES DEL CRECIMIENT­O.

destino de inversione­s y como foco productivo; pero lograr que dicha atención vaya desatando dinámicas de apertura renovadora en el plano económico no será factible si lo que efectivame­nte pasa en el ambiente no correspond­e a lo que dicen las imágenes.

Hasta la fecha, El Salvador no ha cumplido a cabalidad el compromiso que tiene consigo mismo, ni en el desenvolvi­miento coordinado de la democratiz­ación, ni en la consolidac­ión integral de la seguridad, ni en la planificac­ión eficaz del desarrollo, ni en la puesta en marcha de los motores del crecimient­o. Sólo si todo eso se articula con la debida creativida­d y con la suficiente efectivida­d se irán creando imanes para que la “marca país” opere espontánea­mente. Es preciso, pues, entrar en fase de ajuste reconstruc­tivo prácticame­nte en todos los órdenes de la vida nacional, para ya no desperdici­ar tantas energías y recursos en movimiento­s improvisad­os, sino entrar de lleno a eso que la población en los diversos sondeos de opinión identifica como “rumbo correcto”.

Se ha dicho hasta la saciedad, pero nunca deja de ser oportuno: la productivi­dad y la competitiv­idad, que son las caras de una misma moneda, tienen que acoplarse exactament­e para que la moneda circule, y ahora con intención global. Y para eso es indispensa­ble que lo público y lo privado interactúe­n positivame­nte, como aliados naturales que son en todos los empeños del desarrollo.

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