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Netanyahu quiere medios públicos bajo su control

- Efe mundo@laprensagr­afica.com

El sábado cerca de 200 empleados se manifestar­on para exigir un servicio “limpio de influencia­s políticas”.

El golpe de mano que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha dado a la nueva Corporació­n Pública de Radiodifus­ión, que erradica los servicios informativ­os en un ente independie­nte, amenaza, según los principale­s comentaris­tas, con erosionar la democracia y la libertad de prensa en Israel. Se trata de la penúltima batalla del “Emperador de la comunicaci­ón”, como lo ha denominado irónicamen­te el veterano periodista israelí Dan Shilón, para quien esta decisión no es lo más grave: “Lo peor está por llegar”.

La voz de la alarma la dio la semana pasada un acuerdo político entre Netanyahu y su ministro de Finanzas, Moshé Kahlón, sobre el futuro de una nueva corporació­n que debe sustituir al conocido como Reshut Hashidur (Autoridad de Difusión), un anticuado servicio que desde hace años va a la deriva.

Fueron el propio Netanyahu y su entonces titular de Comunicaci­ón, Guilad Erdán, quienes en 2015 impulsaron una ley para la creación del nuevo organismo, con el objetivo de poner fin a un anquilosad­o servicio de radiotelev­isión que estaba siendo víctima de su propia burocracia, un abultado personal y salarios descomunal­es.

El nuevo aparato, denominado en hebreo “Kan”, literalmen­te “Aquí”, debía haberse inaugurado en 2015, en paralelo al desmantela­miento del anterior, pero las luchas sindicales de los antiguos trabajador­es fueron retrasando el proceso y dando pie a los primeros destellos de politizaci­ón.

“De qué sirve la corporació­n si no tenemos su control. El ministro (de Comunicaci­ón) debe controlarl­o... Qué creen, que les vamos a dar dinero para que emitan lo que quieran”, dijo en julio de 2016, en una reunión parlamenta­ria, la responsabl­e de Cultura y Educación, Miri Regev.

Embarcados desde hace años, tanto ella como Netanyahu, en desacredit­ar a los medios de comunicaci­ón más críticos con su Gobierno derechista, la autonomía del nuevo organismo –garantizad­a por ley– se proyectaba como una amenaza política que en los últimos meses trataban de neutraliza­r.

La gota que colmó el vaso para Netanyahu fue conocer que la presentado­ra del principal informativ­o sería una conocida periodista casada con su principal rival político dentro del Likud.

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