Elsalvador deenmedio
“El Salvador de en medio” está constituido por miles de conciudadanos que (1) no se sienten representados por el poder público, (2) se desenvuelven en los límites establecidos por la ley, (3) se esfuerzan laboral o académicamente para mejorar su calidad de vida en los 14 departamentos (a pesar de la violencia e inseguridad), y (4) parte de su familia vive en el exterior. Este segmento agrupa a más del 30 % de los connacionales y refleja la transformación que vive la sociedad cuzcatleca.
“El Salvador de en medio” es una pieza fundamental para la democracia y el progreso del país. No obstante y por razones más ideológicas que objetivas, el ala ortodoxa de las principales fuerzas políticas ha conspirado en contra del sector profesional, académico y cívico. Por ejemplo, connotados comunistas salvadoreños enseñaban en el siglo XX a no confiar en los “pequeños burgueses” y proclamaban que el proletariado tenía que ser el actor principal de la lucha revolucionaria. Otro ejemplo se dio al inicio del siglo XXI cuando los predicadores del neoliberalismo descartaron el ejercicio del Plan de Nación (alejándose de los ciudadanos y territorios) y exaltaron la dolarización y los tratados de libre comercio; es decir, premiaron la apertura externa (globalización) y castigaron la apertura interna (localización).
Este tipo de decisiones dogmáticas ayudan a explicar la crisis de credibilidad por la que atraviesan los dirigentes partidarios y la creciente brecha entre representantes y representados. En este contexto, a continuación se destaca la relevancia de “El Salvador de en medio” y su expresión en tres sectores de la vida nacional.
1. Sector económico. La laboriosidad y el consumo de “El Salvador de en medio” determina el crecimiento económico del país. Por otra parte y dado el desacuerdo entre el poder económico y político, la sociedad civil podría contribuir a construir un entendimiento básico. En otras palabras, mejorar el clima de inversiones es más un tema de economía política (generación de confianza y objetivos comunes) que de política económica (medidas fiscales, crediticias y comerciales).
2. Sector político. Los votos de jóvenes y mujeres definirán el resultado de las próximas elecciones municipales, legislativas y presidenciales. Por consiguiente, los ciudadanos (gobernados) deberían prestarle atención a la viabilidad de las ofertas electorales en momentos en que se estará aplicando un ajuste fiscal (menos gastos y más impuestos) y a la elección de los diputados que tendrán en sus manos el nombramiento de cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional en 2018 y del fiscal general en 2019.
3. Sector social. La participación ciudadana y comunitaria son determinantes para prevenir la violencia, rescatar la escuela pública y recuperar el control territorial. Por ello y dado que la descomposición socio-familiar favorece la expansión de la criminalidad y viceversa, la regeneración del tejido social y la abolición del centralismo son tareas prioritarias.
Conclusión: el rescate del país depende de que los ciudadanos y territorios levanten su voz constructivamente. Un primer paso es que iniciativas locales, movimientos sociales y ONG elaboren una agenda de gestión conjunta. Un segundo paso es que “El Salvador de en medio” logre que el poder político y económico le confiera un espacio permanente en la construcción y puesta en marcha de los Acuerdos de Nación.