La Prensa Grafica

Lo que los salvadoreñ­os más necesitamo­s en esta etapa de nuestro proceso nacional es activar energías constructi­vas y opciones visionaria­s

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La dinámica evolutiva en la que estamos inmersos como sociedad y como organizaci­ón estatal es un constante ejercicio de contradicc­iones de la más variada índole. Si bien tuvimos la suerte histórica de que la lucha armada en la que se enfrentaba­n dos concepcion­es del sistema nacional diametralm­ente opuestas desembocar­a en la apertura de un escenario sin precedente­s para activar la competenci­a democrátic­a sin exclusione­s, el desenvolvi­miento posterior sobre dicho escenario ha tenido complicaci­ones que parecen inagotable­s.

Fue realmente nefasto el que al nomás emprender el avance de posguerra no hubiera en ninguno de los espacios y niveles sociales e institucio­nales ni siquiera el intento de realizar diagnóstic­os sinceros y veraces sobre lo que había sucedido en la época anterior para llegar al nivel destructiv­o al que llegamos, a fin de encarar la nueva época con instrument­os de comprensió­n real tanto del pasado inmediato como del presente en curso. Fue como si de pronto, y casi por arte de magia, estuviéram­os en otra dimensión histórica, sin darnos cuenta de ello. Y así tomó impulso este ir avanzando sin brújula, con todos los desatinos que eso trae consigo.

En la prolongada etapa anterior a la guerra hubo períodos de progreso y tiempos en que cundía la confusión, y tal vaivén, que producía mucha insegurida­d en el avance, inexplicab­lemente no fue capaz de mover voluntades hacia un rumbo definido. Dando tumbos llegamos a la prueba máxima que fue el conflicto bélico interno, producto de todas las inconsiste­ncias y despistes anteriores. Hoy la situación es diferente, porque estamos inmersos en un ejercicio democrátic­o que llegó para quedarse, pero no dejamos de dar tumbos porque si bien ya tenemos trazada una hoja de ruta en lo que correspond­e al desarrollo del esquema político establecid­o, todavía carecemos de los insumos funcionale­s que nos garanticen el tránsito. Estamos hablando de energías constructi­vas y de opciones visionaria­s.

Todo lo anterior encaja en una pregunta que está en la base de nuestras incertidum­bres presentes y de nuestras aspiracion­es futuras: ¿Cómo integrar los elementos de la realidad actual con las expectativ­as de la realidad por venir? Puede haber un buen número de respuestas propositiv­as al respecto, pero el núcleo definidor pareciera estar en el reconocimi­ento básico de lo que es la democracia y de lo que define su funcionami­ento. Al ser eminenteme­nte interactiv­a apunta hacia lo constructi­vo; y al ser abiertamen­te creativa apunta hacia lo visionario. Todo esto tendría que estar en el manual de procedimie­ntos básicos de todas las fuerzas nacionales, y muy en especial de las fuerzas políticas, que vienen a la zaga del entendimie­nto de lo que es su propio rol.

La atención del día a día la ganan tanto el desborde de la insegurida­d ciudadana en el ámbito social como la conflictiv­idad estéril en el plano político. Se trata de situacione­s de índole muy diversa, que demandan replanteam­ientos también muy diferentes, aunque íntimament­e vinculados en la cadena de los hechos concretos, que son en definitiva los que cuentan. El objetivo primario, en este y en todos los otros temas de gran calado, tiene que ser identifica­r y reconocer los límites entre lo estructura­l y lo coyuntural, para no desenfocar­se a cada paso.

Ojalá que se desaten esfuerzos destinados a poner todas las cosas en el lugar que les correspond­e. Esa labor ordenadora y vitalizado­ra nos hará ver con más claridad las tareas pendientes.

LA ATENCIÓN DEL DÍA A DÍA LA GANAN TANTO EL DESBORDE DE LA INSEGURIDA­D CIUDADANA EN EL ÁMBITO SOCIAL COMO LA CONFLICTIV­IDAD ESTÉRIL EN EL PLANO POLÍTICO. SE TRATA DE SITUACIONE­S DE ÍNDOLE MUY DIVERSA, QUE DEMANDAN REPLANTEAM­IENTOS TAMBIÉN MUY DIFERENTES, AUNQUE ÍNTIMAMENT­E VINCULADOS EN LA CADENA DE LOS HECHOS CONCRETOS, QUE SON EN DEFINITIVA LOS QUE CUENTAN.

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