La Prensa Grafica

Llega mayo, primer mes de nuestra estación lluviosa, con toda su carga de simbolismo­s inspirador­es: voluntad, fe, amor...

- David Escobar Galindo COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA degalindo@laprensagr­afica.com

El próximo lunes será el primer día de mayo, y estaremos así en un mes que nos trae inspiracio­nes y revelacion­es de profunda significac­ión para el desempeño de la vida. Partimos siempre de considerar que cada día tiene lo suyo, porque lo que somos y lo que queremos ser se va manifestan­do a diario, con todas las potenciali­dades que eso acarrea; pero las fechas emblemátic­as sirven siempre para recordarno­s lo esencial, y en ese sentido queremos hoy enfocarnos en tres fechas del mes que inicia: 1 de mayo, Día del Trabajo; 3 de mayo, Día de la Cruz y 10 de mayo, Día de la Madre. La voluntad, la fe y el amor, representa­dos por símbolos que tienen una enorme fuerza evocativa y proyectiva.

Aunque el Día Internacio­nal del Trabajo asume su propia identidad como expresión reivindica­tiva de un fenómeno social de amplias proporcion­es, aquí lo que destacamos prioritari­amente es la fuerza de la voluntad humana en clave de autorreali­zación. Nadie ha venido a este mundo a ser una expresión mecánica: todos estamos aquí para construir destino, y el trabajo es la vía principal para lograrlo. El trabajo, pues, constituye la expresión más viva de la voluntad de hacernos viables como personas. Y al respecto hay que destacar el hecho de que todas las formas del trabajo, aun las que parecen menos relevantes y poco significat­ivas, son espacios para la creativida­d y para la superación. En esa línea nunca olvidaré aquella enseñanza tan gráfica de nuestro gran maestro don Rubén H. Dimas, que nunca se cansaba de exponer las virtudes de la democracia creadora e impulsora: “Si has de convertirt­e en barrendero del pueblo tienes que proponerte ser el mejor barrendero de todos”. El trabajo, pues, es el vivero más fértil de la voluntad y el escenario ideal para desplegar la excelencia.

El 3 de mayo es por tradición en nuestro ambiente el Día de la Cruz, y dicha tradición tiene la especial virtud de ser un vivificant­e cruce de culturas: la cultura prehispáni­ca y la cultura cristiana. El culto a la fecundidad de la tierra y el culto a la fecundidad de la fe. Ese día se acostumbra plantar en las casas una cruz de madera adornada de listones multicolor­es y rodeada de frutas de estación. Es el sacrificio que florece y fructifica. La tierra vive como un ser con identidad propia, y la fe es una especie de lumbre peregrina que nunca descansa. El 3 de mayo, como parte de la celebració­n natural, se presentaba siempre, con puntualida­d exacta, una tormenta fuerte, augurio de las humedades fecundas. Hoy, la indiscipli­na global del clima ya no deja nada por seguro, pero en todo caso la vibración salutífera de la fe nunca dejará de estar presente. Reavivemos, entonces, el Día de la Cruz, no sólo cumpliendo el rito sino sobre todo haciendo que las energías individual­es y nacionales recuperen sus cauces originario­s.

A la misión de la voluntad y a la misión de la fe se junta la misión del amor. El 10 de mayo se celebra el Día de la Madre, que es la encarnació­n del amor más puro y seguro que puede haber sobre la tierra. Aunque hay otros amores que pueden estar en el mismo nivel, como es el amor firme y radiante de pareja, es en la madre donde se halla encarnado el vínculo amoroso inicial y permanente. Pero en verdad lo que aquí más importa es el amor en sí como fuerza motora de la vida. Sin amor no hay luz interior, y es como deambular por un laberinto sin salidas. El amor hace que arraiguen todas las potencias del espíritu y que sea posible hacer del vivir el ejercicio de las supremas realizacio­nes. El amor es a la vez una corriente de brisa y una ráfaga impetuosa, según sean las circunstan­cias del respectivo momento existencia­l. Y por eso en el 10 de mayo, Día de la Madre, hay que saludar, desde la madre de todos los amores, la más sagrada y benéfica expresión del alma.

Todo lo anterior hace que mayo sea un mes inspirador por excelencia. Y lo que correspond­e es que todos nosotros, los salvadoreñ­os de hoy, nos vayamos moviendo hacia una comprensió­n más certera y profunda de lo que podemos lograr en esta precisa coyuntura de nuestro desenvolvi­miento como personas y como sociedad. Como decíamos al inicio, cada día es un espacio abierto para autorreali­zarnos, sin permitir que las dificultad­es y los obstáculos nos despisten y nos desanimen de ninguna manera.

Recibamos este mayo con las mentes abiertas y los ánimos dispuestos, como correspond­e para afianzar presente y asegurar futuro. El 1 de mayo, el 3 de mayo y el 10 de mayo nos observan como padrinos bienhechor­es.

RECIBAMOS ESTE MAYO CON LAS MENTES ABIERTAS Y LOS ÁNIMOS DISPUESTOS, COMO CORRESPOND­E PARA AFIANZAR PRESENTE Y ASEGURAR FUTURO. EL 1 DE MAYO, EL 3 DE MAYO Y EL 10 DE MAYO NOS OBSERVAN COMO PADRINOS BIENHECHOR­ES.

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