LAS MEJORES ROSAS SE LAS ENTREGARON A FÁTIMA
Mil quinientas rosas sirvieron para embellecer solo el altar donde se celebró la misa para conmemorar el centenario de la aparición de la Virgen de Fátima a tres partorcitos en una localidad de Portugal. Pero con cada Ave María que se reza, se le pone una rosa a Fátima. Ayer, en el cerro de Las Pavas, cada feligrés le rezaba para agradecerle milagros o favores que han
recibido. Ayer Fátima recibió más de 1,500 rosas. La devoción por la Virgen de Fátima movió a miles de personas ayer hasta Cojutepeque, todas se dirigían hacia la cima del cerro de Las Pavas, donde tiene una gruta que resguarda su imagen.
Desde antes de que saliera el sol había feligreses en el lugar, siempre es así, pero esto se incrementa desde el 4 de mayo, cuando comienzan las vísperas para el tan esperado 13 de mayo, día que se conmemora la aparición de la Virgen a tres partorcitos en una localidad de Portugal.
Este año la feligresía católica alrededor del mundo está de fiesta y celebra 100 años de la primera aparición que tuvieron tres niños portugueses de la Virgen de Fátima; además, festeja la canonización que hizo el papa Francisco de dos de los tres niños. Pero ayer en la celebración que se hizo en el cerro también se le agregó que en agosto próximo se celebrará el centenario del nacimiento de Monseñor Óscar Arnulfo Romero. Todos esos hechos reunieron ayer a cientos de feligreses en la cima de Las Pavas.
La celebración fue magna. Más de 1,500 rosas adornaron el altar en la gruta donde, custodiados por la imagen de la Virgen, el arzobispo auxiliar de San Salvador, monseñor Gregorio Rosa Chávez, junto al párroco del lugar, padre Ernesto Bernabé Sánchez, sacerdotes de otras parroquias y los miles de feligreses participaron en la celebración de la misa.
A muchos de los que llegaron al lugar los movió la devoción y el agradecimiento que tienen para con Fátima por milagros que han recibido por su intercesión.
Amarillo, rojo, rosado y blanco eran los colores que más se repetían en las rosas, que juntas formaban un arcoíris. Un corazón también con rosas estaba detrás de la imagen, la hacía destacar.
Los creyentes del lugar aseguraron que ayer Fátima había recibido más de las 1,500
rosas que estaban en el altar, cada una de las personas que llegó para agradecer un milagro o para pedirlo le llevaba al menos una rosa.
Además los lugareños dicen que por cada Ave María que le rezan, se está poniendo una rosa, que las letanías son un rosal completo, por eso les gusta rezarle, para que siempre esté rodeada de rosas. Ayer no fue la excepción y desde tempranas horas llegaron para hacerlo; en otras palabras, desde temprano llegaron a ponerle rosas.
María Catalina Villalobos de Martínez es originaria de Cojutepeque y miembro del grupo de las Adoradoras del Santísimo de la Parroquia San José, a la cual pertenece el Santuario de la Virgen de Fátima, que está en el cerro de Las Pavas.
Nacida en 1949, año en que la Virgen de Fátima llegó a Cojutepeque, María está convencida de que la Virgen ha sido su mediadora para salir de varias tribulaciones por las que ha pasado.
Con lágrimas que se asoman en sus ojos, relata que hace unos años en una consulta médica de rutina le dijeron que tenía cáncer y que era urgente que se pusiera en tratamiento para evitar cualquier desenlace fatal.
Pero como desde pequeña su tía le había inculcado el amor y la fe por la Virgen, cuenta que lo primero que hizo luego de que el doctor le dio el diagnóstico fue ir donde estaba la imagen y ponerse en manos de la Virgen para que la sanara.
“A mí me detectaron cáncer y yo le pedí a la Virgen y al Señor. Gracias al Señor, yo no fui ni a cobaltos ni a nada. El doctor me mandó al Instituto del Cáncer a que me operaran pero yo no fui. Yo me entregué a ella, le pedí y le pedí al Señor Jesús. Gracias a ellos aquí estoy”, cuenta María.
Pero no solo en enfermedades dice que ha tenido la gracia de la Virgen, también comenta que cuando dos de sus hijos y su esposo fallecieron, fue Fátima quien le dio el consuelo que necesitaba para seguir adelante con su vida.
María está segura de que a Fátima nunca le hacen falta las rosas porque “ella es la reina de las rosas y en el rosario las letanías son un ramillete de rosas”.
Monseñor Rosa Chávez presidió la Santa Eucaristía que se celebró en el cerro. Al terminar la celebración, dijo que estaba maravillado con la devoción que todos los presentes tienen por Fátima.
Ternura dijo el arzobispo que es lo que la Virgen debe hacer sentir en cada uno de los que en ella creen, porque ella es la manifestación de la ternura, del amor.
“Estar aquí es sentir la ternura de Dios a través de María y esto lo necesitamos todos, sentir la ternura de Dios y comunicar ternura. Solo el amor transforma a las personas”, dijo el sacerdote.
El arzobispo auxiliar, en la homilía, destacó la importancia de mantener en buen estado el “santuario ecológico” en donde se resguarda la Virgen en la cima de Las Pavas, que aunque fuera difícil llegar caminando hasta donde está, por lo elevado del terreno o por dificultades de salud, que siempre fueran porque ese es un lugar de silencio donde quien quiera puede escuchar a Dios y a Fátima, así como lo hicieron los pastorcitos en Portugal.
“Queremos que Dios nos hable y para eso tenemos que hacer silencio. Este es un lugar de silencio donde Dios nos habla. El silencio es necesario para que Dios nos hable y luego reflexionar, que la palabra entre al corazón y por último actuar. Estar aquí es sentir la ternura de Dios a través de María. Esto lo necesitamos todos, sentir la ternura de Dios y comunicar ternura”, manifestó Rosa Chávez.
“Bajaremos del cerro. Es más fácil bajar que subir. Bajaremos a la vida de todos los días pero bajaremos diferentes, bajaremos transfigurados. Habremos experimentado el amor de Dios a través de la Virgen de Fátima”. GREGORIO ROSA CHÁVEZ, ARZOBISPO AUXILIAR DE SAN SALVADOR
“La Virgen de Fátima está rodeada de rosas porque ella es la reina de las rosas y en el rosario las letanías son un ramillete de rosas”. MARÍA CATALINA VILLALOBOS DE MARTÍNEZ, CREYENTE DE LA VIRGEN